Las fotografías tienen como objetivo, normalmente, reflejar una realidad, pero cuando Cristina Maruri coge la cámara lo que busca es contar historias. Que la imagen por sí misma sirva para narrar lo que las personas que la protagonizan están viviendo y, también para llamar la atención, concienciar y generar empatía en el espectador. Así, hasta el próximo día 26, la Casa Torre de Santurtzi acoge la exposición Santurtzi Munduari Begira, una muestra que tiene como gran atractivo las fotografías que Maruri ha hecho en lugares como, por ejemplo, Filipinas, Nepal, Vietnam, Etiopía y Sri Lanka, entre otros. Además de las instantáneas captadas por esta bilbaina que tiene la literatura y la fotografía como aficiones, en esta exposición también se pueden contemplar las obras de los artistas José L. Lombardía, Idoia Fernández, Manuel Garrido y Pedro Padilla.

Las fotografías que realiza Cristina Maruri nacen de la necesidad de contar historias y están totalmente improvisadas. “No preparo las fotos. Ni mucho menos. Veo la realidad y la fotografío. Una vez saco la fotografía pido permiso a las personas que aparecen. De esta manera, las fotografías buscan mostrar naturalidad y contar la historia de cada persona de una manera fiel y siempre me sorprendo del resultado de lo que he fotografío”, reconoce Maruri. Así, con atrevimiento y desparpajo, Cristina ha ido recorriendo a lo largo de su vida diversos países del mundo buscando historias que contar a través de imágenes. Instantáneas que muestran en muchos casos la dureza de las vidas de las mujeres y los niños en países desfavorecidos. “Estas fotos son un llamamiento a la empatía y a darnos cuenta de que todos buscamos lo mismo; lo mejor para los nuestros. Son más los lazos que unen que los que nos separan”, explica Maruri.

Algunas de las fotografías que se pueden ver hasta el día 26 en la Casa Torre se han tomado en circunstancias muy complicadas, ya que Maruri se ha adentrado en lugares complicados e, incluso, conflictivos. “Ha habido fotografías que las he tenido que hacer escoltada por tres personas para evitar correr peligro, pero la sonrisa y la espontaneidad de las mujeres y niños que protagonizan las fotos lo compensa todo. Tratan de ser felices con lo poco que tienen aunque merecen tener mucho más”, señala Maruri, quien en sus fotografías, quizás sin buscarlo, hace de la expresividad de las miradas, las sonrisas y los gestos de los retratados su principal vehículo para contar historias en las que la pobreza económica, que no espiritual, son la nota dominante.

De esta manera, Santurtzi Munduari Begira busca, por un lado, llevar al espectador hasta las historias de las personas retratadas y, también, hacer generar una visión más optimista de la vida por parte de Occidente. “Después de ver estas vidas, una se da cuenta de que nos enfadamos por cosas que no son importantes”, reconoce Cristina. Precisamente, Maruri indica que la pandemia ha hecho que “la gente empatice más y se ponga más fácilmente en el lugar de las personas que aparecen en mis fotografías. Eso es porque, actualmente, han cambiado nuestras prioridades vitales”..

La situación de pandemia también ha hecho que la ciudadanía se acerque más al mundo de la cultura. “La cultura no está valorada en la sociedad materialista en la que vivimos. La cultura es parte del ser humano, y por eso la cultura puede ser adaptable, pero no prescindible, porque si no perderíamos parte de nuestra esencia”, explica Maruri. La empatía debiera ser parte de la esencia humana y con el ánimo de generarla, Cristina creó la exposición Santurtzi Munduari Begira que, hasta el día 26, llena de historias la Casa Torre de la localidad marinera.