STE verano pasará a la historia como aquel periodo estival en el que los abrazos, los besos, los apretones de manos y las celebraciones multitudinarias desaparecieron. Todo ello acabará volviendo. Seguro. Pero mientras llega ese momento, hay que adaptarse a las circunstancias actuales y, dentro de las limitaciones, sacarle el mayor partido posible. Ayer, como cada 16 de agosto, Portugalete celebró su día grande, la jornada de San Roque. Lógicamente, lo hizo de una manera muy diferente a la habitual, pero con el mismo sentimiento que en otras ocasiones.

El acto central de las celebraciones de San Roque tuvo lugar cerca del mediodía en la plaza a la que da nombre el patrón de Portugalete. Al llegar al lugar, siempre con la mascarilla cubriendo la cara, se percibía el segundo síntoma claro de la situación actual. Había que lavarse las manos con gel hidroalcohólico y, tras ello, empleados del Área de Cultura recibían a cada persona que quería presenciar el acto, le tomaban la temperatura y anotaban su nombre y teléfono de contacto. Esos eran los requisitos indispensables antes de entrar al recinto en el que la organización del evento había organizado el especial patio de butacas desde el que se presenciaría el espectáculo de danzas del grupo de Lora Barri y el acto de homenaje a San Roque. "Este es un acto sencillo y emotivo, un acto con el que homenajeamos a San Roque. Este año, por prudencia, no estamos celebrando las fiestas de San Roque, pero no hay que mirarlo con tristeza hay que mirarlo con el deseo y las ganas de superar esta situación y poder celebrar nuestras fiestas el año que viene", declaró Mikel Torres, alcalde de Portugalete.

Fue un acto sencillo y cargado de emotividad y que fue posible gracias al trabajo incansable de mucha gente. Muestra de ello fueron los y las dantzaris de Lora Barri. No es, para nada, sencillo bailar con la mascarilla puesta y, pese a las dificultades que puede acarrear para tomar aire con toda la fluidez deseable, los y las dantzaris ofrecieron un increíble espectáculo que disfrutó y aplaudió el público que se dio cita en la plaza San Roque de la noble villa jarrillera. Entre el público había familias, personas mayores, de mediana edad... Y muchos de ellos con el pañuelo amarillo festivo anudado al cuello. La pandemia ha hecho que las mascarillas tapen las sonrisas, que las grandes fiestas hayan desaparecido momentáneamente, pero no puede borrar el sentimiento de un pueblo y la fidelidad a sus raíces. Esto último es lo que expresa la ciudadanía jarrillera cada año en sus fiestas y, este año, a pesar de la situación, no ha sido excepción. "El día de San Roque es una jornada especial y queríamos hacer, dentro de la situación actual, algo para conmemorar esta jornada tan importante. Es de agradecer y de aplaudir el esfuerzo que han hecho los y las dantzaris de Lora Barri y los empleados del área de Cultura para que este espectáculo fuera posible", indicó el primer edil jarrillero.

Entre bailes y aplausos, los jarrilleros honraron a su patrón, San Roque, cuya imagen estuvo presente en el centro de la celebración. Para no fallar a la tradición, no faltó el aurresku de honor y el primer edil portugalujo Mikel Torres puso el pañuelo festivo a San Roque. "Este es un día en el que los portugalujos nos acordamos de nuestros familiares y allegados, sobre todo de quienes no están con nosotros. Este año, especialmente, este día tiene que servir de recuerdo para quienes nos han dejado a causa de esta pandemia", subrayó Torres.

Acabaron las danzas de Lora Barri y para finalizar el acto, algunas personas pudieron fotografiarse junto a la imagen de San Roque. Unas fotografías que, dentro de algunos años, servirán de recuerdo, de muestra de esta época extraña que la pandemia está haciendo vivir a la sociedad. Además del acto central de homenaje al patrón de Portugalete, en la plaza del Solar acogió el concierto de la Banda Municipal de Música y Portugaleteko Txistu Zaleak a las 13.00 horas y, ya a la noche, Xabi Aburruzaga tocó en este mismo escenario. De este modo, Portugalete celebró el día de su patrón y lo hizo fiel a sus tradiciones y respetando las medidas sanitarias para evitar la propagación del coronavirus. En unos años, cuando los jarrilleros miren hacia atrás recordarán el 16 de agosto de 2020 como un día en el que honraron a sus raíces con danzas... Y llevando mascarilla.

Para acceder al recinto donde se hizo el acto, era necesario lavarse las manos con gel hidroalcohólico y pasar un control de temperatura