No está resultando un año fácil en Balmaseda, tampoco a nivel afectivo. Sin ir más lejos, el martes golpeó a la villa la triste noticia del fallecimiento de Román Fernández, Manín, "centurión entre 1968 y 1972, así como en 1974 y en 1981, año en que, además, a propuesta suya, empezó a celebrarse la procesión del silencio", detalló el presidente de la Asociación del Vía Crucis Viviente, Pedro Salinas.

"Incansable colaborador y participante en nuestra querida Pasión Viviente, siempre ha sido un referente para muchos de nosotros y lo seguirá siendo". Así lo demostró el espontáneo homenaje que le rindieron en redes sociales balmasedanos que han formado parte de la guardia romana en diferentes ediciones de la Semana Santa y recuperaron instantáneas de aquellos días para sus fotografías de perfil.

Por su parte, la familia agradeció a través de Facebook "las muestras de afecto y respeto recibidas", poniendo de relieve su generosidad y el orgullo "de que le tengáis grabado a fuego en la memoria como el centurión eterno" en el Vía Crucis con más tradición de Bizkaia. Centurión también de "ese grupo de personas maravillosas del que solo podemos decir cosas bonitas después de que año tras año quisieran sorprenderle siempre con algún detalle nuevo". Es decir, sus sucesores en la Invencible Compañía Farisaica instituida en 1865 que forman los soldados romanos, a los que en Balmaseda se denomina fariseos.

La procesión del silencio es una de las más emotivas del programa y la que cierra los actos de la Semana Santa. El Viernes desde las 21.30 horas la guardia escolta a los pasos de la Virgen Dolorosa y el Cristo del Cementerio en el camino de vuelta de este hacia su lugar en la capilla del camposanto a través de las calles Martín Mendia, Pío Bermejillo y el puente del Millonario y se regresa con la Dolorosa a la iglesia de San Severino. Los asistentes acompañan el recorrido con velas encendidas. Ni siquiera el coronavirus ha podido apagarlas este año, aunque el confinamiento obligó a trasladar el recogimiento a ventanas y balcones.

El próximo año recordarán con emoción a Maníns, Poto, otro símbolo de la Pasión Viviente de Balmaseda, que murió el pasado mes de enero.