ESTE pasado viernes comenzaron los actos festivos de las fiestas de San Félix de Cantalicio, patrón de los ortuellarras incluidos los vástagos nacidos en 1969, que ayer se hicieron patentes en la localidad con un gran espíritu festivo -más allá de la impronta jaranera que promueven los festejos municipales- para festejar su 50 aniversario. Ellos y ellas tenían sus propios motivos de celebración y lo hicieron notar a lo largo de una jornada que sirvió para un emotivo reencuentro de 70 vecinos de la localidad que en algunos casos llevaban cerca de tres décadas sin verse y poder intercambiar confidencias y recuerdos de aquello despreocupados años de la infancia.

Es el caso de José Carlos Maqueda Candil, un ortuellarra que lleva más 27 años residiendo en Madrid después de haber recorrido diferentes localidades de la geografía estatal de la mano de una empresa familiar de la de construcción. Alumno del antiguo colegio Marcelino Ugalde, Maqueda reconoce que no hace un seguimiento especial de la actualidad de su pueblo por lo que “me ha impresionado mucho lo que ha cambiado Ortuella con edificios como el centro cultural de la OKE que me parece una pasada de edificio, aunque a mí me ha llamado mucho la atención ver la Avenida de La Estación en cuya zona yo vivía y que necesita algo para que recobre su antiguo esplendor”, plantea este espigado ortuellarra que, no obstante valora que “en conjunto me está gustando bastante más la Ortuella que estoy viendo ahora que la de mi infancia”. José Carlos recuerda que de pequeño “yo era más bien tranquilo, no era un pinta, lo que pasa es que me juntaba con los que las liaban pardas en el colegio”, confiesa este padre de familia, divorciado quien asegura que “Ortuella, aún en la distancia, sigue siendo el depositario de algunos de los mejores recuerdos de mi vida”.

También recuerda con cariño la localidad minera, Francisco Fernández Miñambres, vecino durante su infancia del barrio de Ganguren y que lleva 34 años viviendo en la localidad de Utebo en Zaragoza. “A pesar de que con mi trabajo en el transporte paso a veces por aquí, ahora al pasar unas horas en el pueblo la verdad, es que lo he visto muy cambiado para bien”, apunta este conductor que como sus coetáneos recuerda con cariño los días en la tienda de golosinas de La Ponderosa.

Un garito por donde también pasaban de niños Miguel Núñez Laza, vecino de la Avenida de El Minero que acabó recalando en Barcelona donde trabaja como director financiero de una empresa de transportes. “Yo no era un cerebrito, aprobaba pero tampoco sacaba unas grandes notas”, resume este athleticzale que no se ha dejado seducir por los cantos de los Messi o los Suárez y demás ídolos blaugranas y sigue fiel a la filosofía del Athletic. “Yo soy del Athletic y sobre todo de los jugadores de Bizkaia”, apostilla este ortuellarra al que la vida le ha llevado por países tan dispares como Irlanda, Portugal u Holanda. “Yo por motivos laborales, ya que tenemos aquí en Bilbao una oficina, suelo venir a veces y sí que me llama la atención como se ha degradado la zona de la Estación que cuando teníamos 20 años era la zona de marcha y de ambiente y que ahora lo ves y está irreconocible. De todas formas sí que en el pueblo se notan mejoras como en Mendialde y otras zonas”, comenta Núñez.

Quien nota el cambio con especial relevancia es Begoña Mena López una ortuellarra residente en Jaén, donde hoy -tras la fugaz visita a su pueblo- tiene que asistir a una comunión. “Yo lo dejé todo por amor”, recuerda esta animosa minera cuyos antecedentes familiares en la provincia andaluza le llevaron a conocer a su marido con el que tiene un hijo. “El padre y el hijo son muy del Athletic. Mi hijo tiene hasta las equipaciones y mi marido se vino a Bilbao para ver a las chicas cuando ganaron la liga. Es un gran seguidor y yo, sin embargo, además del Athletic, soy del Betis”, cuenta esta trabajadora de la guardería municipal de Los Villares.

La jornada comenzó a las 12.30 horas con una recepción en la OKE en la que el alcalde de Ortuella, Saulo Nebreda, dio la bienvenida a estos vecinos que “tanto desde aquí como desde la distancia llevan con orgullo el nombre de este pueblo”. Con posterioridad y tras el ágape de bienvenida, los quintos del 69 se dieron una vuelta por los rincones céntricos del municipio antes de sumergirse en una comida de hermandad a cuyos postres tuvieron la oportunidad de contemplar un vídeo elaborado por los organizadores de la reunión “con cerca de 80 fotos de aquella época que nos han ido haciendo llegar los participantes”, reseña Antonio Sevilla Sevi, alma máter del reencuentro que ha servido además para la creación de un animado grupo en redes sociales donde afloran las vivencias, los susedidos, alegres o no, y las anécdotas de los quintos del 69.