Con el objetivo fundamental de “seguir dando voz a los que no la tuvieron”, la asociación memorialista Durango 1936 Kultur Elkartea presentó en la jornada de ayer miércoles su tercer anuario. Se trata de una publicación que pretende impulsar la labor de recuperación de la memoria histórica en la villa y Durangaldea. “Como venimos haciendo desde hace tiempo buscamos dar todas las historias silenciadas tras el levantamiento fascista de 1936 y la represión posterior”, explicó Andoni Barreña, de Durango 1936 Kultur Elkartea.

Este tercer anuario lo conforman cuarenta páginas en las que se recogen numerosos reportajes dedicados a fusilados de Berriz, cárcel de mujeres de Durango, mujeres represaliadas de Mañaria, entre otros temas. Uno de los grandes reportajes de este número trata el asesinato de José Emilio Fernández Pérez. El 23 de junio de 1978, este elorriarra de 16 años murió tiroteado por la Guardia Civil en la recta entre Abadiño y Apata cuando viajaba en el coche de Koldo Zenitagoia con su amigo José Félix Marías. La versión oficial dijo que se saltaron un control. José Emilio falleció en el lugar pero los otros dos ocupantes del coche siempre han negado que allí hubiera ningún control.

El anuario aborda este tema con declaraciones de Javier, hermano de la víctima. Casi 43 años después, recuerda aquel día con nitidez. Repasa lo sucedido y lo que tuvo que pasar la familia. “El mismo día del funeral, para llevar el féretro de la iglesia al cementerio, había que pasar por delante del cuartel de la Guardia Civil. A mi hermano mayor lo tuvieron que agarrar. Los guardias tomaban actitudes provocadoras. Pero no acabó ahí. El teléfono lo tuvimos pinchado durante dos, tres años. A veces, hablabas con los amigos y cuando colgaban se oía que después también colgaban. Recibimos varias llamadas. Una llamada amenazándonos con que nos iban a quemar la casa con nosotros dentro. Al día siguiente el timbre apareció quemado”, recoge el impactante testimonio del hermano de Josemi en la publicación.

Javier Fernández Pérez (Elorrio 1964) vivirá siempre con el dolor de sentir que le arrebataron a su hermano. En la entrevista del anuario reconoce que “durante muchos años sentí odio, era natural sentirlo. Era una época en la que una semana caían unos y la otra otros. Inconscientemente, te alegrabas de unos y no de otros. Con el tiempo me fui dando cuenta de que un hijo de Guardia Civil podía sentir lo mismo que yo. Que el que cometa el error tendrá su responsabilidad, pero que las víctimas son todas víctimas, sean de un lado o del otro. Hace años dejé de sentir odio, y es muy importante para poder dar un paso adelante y empatizar con el otro. El odio no aporta nada”, defiende en la publicación.

José Félix Marías, amigo de la víctima y que estuvo aquel día en el coche, también acudió a la presentación. “Allí no hubo ningún control”, volvió a insistir.

Mención especial también a la entrevista al iurretarra Jon Irazabal Agirre. Coordinador de Gerediaga Elkartea durante 40 años, es, sin duda, uno de los mayores expertos en memoria histórica de Durangaldea. El anuario repasa la trayectoria del historiador, la fundación y trayectoria de Gerediaga Elkartea, la investigación del bombardeo de Durango y otros temas, muchos de ellos, silenciados.