Elorrio- Aunque a ella misma le sorprende la rapidez con la que ha pasado el tiempo, Anitha Mol lleva una década viviendo en Elorrio. Fue la posibilidad de trabajo para su marido lo que le llevó a dejar su Kerala natal (La India) para embarcarse en este proyecto de vida. Hoy su hijo Julen de 8 años, nacido en la villa elorriarra, habla perfectamente euskera, y Anitha es propietaria de una tienda de complementos y bisutería que lleva su nombre. "Me siento elorriarra; mis amigos están aquí y nuestra intención es quedarnos", explicó satisfecha con la decisión tomada añadiendo que "estamos muy agradecidos al municipio de Elorrio".

Repasando sus primeros días, Anitha, licenciada en Empresariales, reconoció que al principio no fue sencillo. Su mayor hándicap: el idioma. "No sabía ni una palabra de castellano. Lo primero que hice fue apuntarme a clases. En tres meses empecé a hablar bien", apuntó orgullosa de su adaptación a la localidad.

Trabajando de profesora de Primaria en Kerala, Anitha intentó seguir ligada laboralmente a la educación cuando llegó a Elorrio. 2010 y la crisis azotando de pleno no era el mejor escenario para logar sus pretensiones. Sin desmoralizarse, Anitha se interesó por la bisutería y comenzó hace seis años a diseñar sus primeras creaciones. Satisfecha con los resultados, decidió tomar parte en diferentes ferias. "Nunca había hecho nada de artesanía; me animé con la bisutería porque me gustaba", explicó con naturalidad.

Socia de Arbaso, Anitha comenzó a ser una de las fijas en la Euskal Denda, feria del sector artesanal vasco que se celebra de forma anual en Durango, y Gabonart, Feria de Artesanía de Navidad de Bilbao. Su bisutería comenzó a despertar el interés de cada vez más personas y su implicación fue en aumento tomando parte hace cuatro años en Bijorhca, feria internacional de París dedicada a este sector. Le siguieron participaciones en la feria bianual de la bisutería y complementos Bisutex de Madrid. "Al ver que mis creaciones gustaban me animé a abrir mi propio negocio en Elorrio hace dos años en Erreka Kalea", puntualizó la artesana.

mariposarios Mayorista de fulares de seda, esta fue la primera línea con la que empezó a funcionar hace tres años, con su marca propia: Anitha Mol. Entre sus creaciones de bisutería, mención especial a las que diseña desde el año pasado con alas de mariposa. Y es que la artesana colabora con mariposarios de Costa Rica que le mandan alas cuando los insectos fallecen de manera natural. "Es el producto estrella. El proceso ha sido largo porque el papeleo para importar las mariposas me llevó casi dos años de proceso", reconoció sin descuidar sus últimas creaciones ahora con aluminio presentadas en Navidad. "Con la bisutería siempre procuro dar calidad y los materiales que utilizo son antialérgicos", aseguró.

En la actualidad, Anitha y su familia disfrutan probando amplias barras de pintxos aunque de vez en cuando también el curry y otras especias cobran protagonismo en sus platos. Reconociendo que "al principio llevé muy mal el tema del frío", Anitha jamás olvidará la primera vez que vio la nieve con 26 años. "Me llevaron a Urkiola y la sensación al tocarla fue una maravilla", recordó con brillo en sus ojos. En lo que al clima se refiere, "me he acostumbrado a lo de aquí y cuando vamos a La India me cuesta aguantar el calor".

Ejemplo de integración, a sus 36 años, Anitha defiende que "lo más importante cuando vienes es saber integrarte; te tienes que adaptar a las costumbres del sitio al que llegas. Esta es la clave para que el pueblo se abra y te acepte como uno más".