Laga, un pastor ovejero australiano, y Nash, un border collie, se han convertido en las visitas más esperadas en la residencia foral IMQ Igurco José María Azkuna de Amorebieta. Y es que el novedoso ocio con animales se ha convertido en la actividad estrella del centro zornotzarra. Toda la residencia, más de un centenar de personas, participa en las dos o tres sesiones mensuales que se llevan a cabo con estos dos perros. Actualmente, en el centro conviven personas con diferentes grados de deterioro funcional y cognitivo, distribuidas en tres unidades asistenciales distintas: una de personas mayores autónomas, otras de las personas con un deterioro cognitivo moderado y, por último, personas mayores con un grado de deterioro cognitivo severo. “Hemos adaptado el ocio con animales a la realidad de cada persona y toda la residencia participa porque es un estímulo para todos. Hay gente a la que por la mañana ves decaída o que le duele algo, pero cuando ven la llegada de los animales ya se les ha olvidado”, explica Ziortza Villegas, técnico de animación sociocultural en la residencia.

El momento en el que Laga y Nash entran por la puerta es el más esperado para los residentes. En función de sus capacidades, se efectúan unos ejercicios u otros. En el caso de personas sin deterioro cognitivo se realizan actividades conjuntas más dinámicas a través de juegos. En las sesiones con usuarios con deterioro se llevan a cabo actividades más sensoriales centradas mayormente en acariciar con el propósito de que tengan estímulos y sientan al animal. “Mi vida son los perros; el poder compaginarlo con el mundo de la tercera edad es brutal. Ver esas sonrisas cuando entras por la puerta es genial”, señala Maider Arego, educadora canina y social que cuenta con un club de agility y es adiestradora.

Divididos en grupos, el hecho de poder acariciarles, peinarles, darles de comer y jugar con ellos se convierte en una experiencia muy enriquecedora para los residentes. “Es una liberación porque los perros nos dan mucho cariño y se dejan querer”, valora satisfecha Asun Santos al término de una de las sesiones. En esta línea se muestra, Pilar Oñate que a sus 88 años, disfruta de cada segundo con los animales. “Son unos perros maravillosos a los que les acariciamos y peinamos. Es el momento más esperado de la semana porque lo pasamos muy bien con su compañía”, asegura satisfecha con la experiencia.

En octubre terminarán las sesiones que se han marcado a modo de prueba para después realizar las valoraciones pertinentes. “Nos hemos dado un plazo de cuatro meses para ver si las cosas funcionan, pero viendo la satisfacción obtenida todo parece indicar que seguiremos apostando por esta actividad”, zanjan desde la residencia zornotzarra.