Iban de plaza en plaza y de pueblo en pueblo. Pregonando las excelencias de los productos que vendían. A grito pelado para que la clientela estuviera bien informada. Y lo hacían en euskera. Sin pretenderlo, todas ellas, mujeres siempre, fueron una de las principales correas de transmisión de la lengua vasca durante años. Sobre todo en el botxo. Eran las vendejeras, un oficio desaparecido en masa; apenas quedan una decena en el Mercado de La Ribera de Bilbao. Se extinguió la profesión, pero no así el euskera; y eso que los intentos para borrarlo de la vida diaria fueron más que cuantiosos. Por eso mismo, el Ayuntamiento de Bilbao quiso rendir homenaje ayer jueves a esas mujeres euskaldunes que cultivan sus productos en las huertas de sus caseríos en Bizkaia, los recogen y los venden personalmente en los mercados. El acto se hizo en una fecha señalada ya que hoy se celebra el Día Internacional del Euskera.

Aquella forma de ganarse el sustento, llevada a cabo fundamentalmente por varias generaciones de mujeres que primero a pie, en burro o en carro, y luego en tren o en tranvía -muchas venían desde el Txorierri-, recorrían las distancias que separaban sus caseríos de los mercados para ofrecer sus productos, se mantienen viva a día de hoy por unas pocas mujeres que heredaron la tradición de sus madres y abuelas.

Un total de cinco de las ocho vendejeras que a día de hoy continúan vendiendo sus productos en la plaza de abastos bilbaina participaron en el homenaje en representación de las todas esas otras mujeres que en algún momento de sus vidas recorrieron los caminos desde las huertas de sus casas hasta las plazas de la villa. Jaione Etxebarria, Piedad Martínez y Begoña Bolunburu recibieron, junto al resto de las trabajadoras presentes, un recuerdo en madera con forma de cesta en la que se puede leer Eskerrik asko azoka bete bendeja eta otzara bete euskera herritik urira ekartearren. Euskeraren eguna. Bilboko Udala, 2021. Begoña Bolunburu habló en nombre de todas para agradecer este acto de reconocimiento.

Además, el alcalde Bilbao, Juan Mari Aburto, junto a la directora de Labayru Fundazioa, Igone Etxebarria, presentaron el libro Bendejerak: solotik plazara Aburto hizo hincapié en que el Salón Árabe de la casa consistorial es el escenario de innumerables encuentros y recepciones "con grandes personalidades de todos los ámbitos" y ayer jueves fue el turno de ellas, de las vendejeras, figura imprescindible en el crecimiento del botxo.

El acto tuvo un carácter especial. También para el propio alcalde quien, acertadamente, dijo que "es uno de esos que dejan una huella especial". Y personal. De primera mano además: Begoña, prima de su padre. "Viéndola aquí, le veo a él y a mi ama también en bici repartiendo las cantinas de leche", expresaba el primer edil. Más allá de esa alusión íntima, Aburto alabó al gremio por el patrimonio cultural que representan. "Es, por encima de todo, un acto de reconocimiento y un acto de dignidad que nos recuerda cómo fuimos, para que tengamos claro lo que queremos ser", valoró.

El primer edil recordó que las vendejeras son "esas mujeres que durante generaciones se han encargado de vender en nuestros mercados los productos que ellas mismas recogían y mimaban del caserío". Y a su juicio, todas esas mujeres que fueron y que son, "se encuentran en el Ayuntamiento dignamente representadas por las herederas de tan duro oficio", que "han sido capaces de afrontar y superar la triple discriminación: la de ser mujeres, euskaldunes y baserritarras". En este sentido, dijo que durante años, especialmente en tiempos de la dictadura, "todo lo aldeano era motivo de chanza, cualquier cosa que tuviese acento vasco estaba prohibida y ser mujer era sinónimo de ser ciudadana de segunda clase". Por ello, subrayó que es "importante recordar el pasado" para entender los orígenes y solo entonces saber "a dónde queremos llegar".

El alcalde de Bilbao comentó que, "por fortuna" la situación ha cambiado "radicalmente" para las mujeres, para el euskera, para el mundo del caserío y "frente a las burlas institucionalizadas del pasado, el avance hacia una igualdad real entre las personas, el apego hacia nuestra lengua y nuestras raíces y el prestigio de un sector agrario estrechamente comprometido con su entorno, nos auguran un futuro más sostenible y respetuoso en todos los ámbitos de la actividad humana".

"Es un reconocimiento, un acto de dignidad que nos recuerda cómo fuimos, para que tengamos claro lo que queremos ser"

"Les debemos, en gran parte, que la llama del euskera en nuestra ciudad haya sobrevivido"

Alcalde de Bilbao