Como si de un nueva atracción turística se tratara, los bilbainos se agolpaban ayer miércoles en la ría en Bilbao para hacerse una foto junto a la escultura que, con forma de niña, fue instalada en mitad del cauce. La gigantesca pieza, de un realismo sobrecogedor y que quedaba sumergida por el agua con marea alta, provocó la curiosidad de numerosas personas a lo largo de toda la jornada. “Esto es una performance, seguro; ahora habrá que ver quién está detrás de ella”, se preguntaba Iñaki Belda, que no dudó en fotografiarse junto a ella.

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A primera hora de la mañana, el inicio de la bajamar comenzó a dejar entrever la enorme pieza, que simula la cabeza de una niña de cabello castaño y grandes ojos marrones que mira hacia el cielo. Se trata de una escultura de gran realismo, que llamó de inmediato la atención de los viandantes, a esa hora principalmente personas que se dirigían a sus puestos de trabajo o sus centros de estudio, y los propios vecinos.

Se trata de una escultura realizada en resina de fibra de vídeo, con unas dimensiones colosales: 1,70 metros de altura y dos metros de largo. La obra representa el rostro de una niña, que levanta la cabeza hacia el cielo, y cobra un dramatismo enorme a medida que sube y baja la marea. De hecho, la cara solo es visible cuando el nivel de la lámina del agua es bajo y, a medida que sube, va sumergiéndola hasta ocultarla por completo.

La instalación de la obra se realizó de madrugada, según señalaron algunos vecinos de la zona. La pieza llegó sobre un remolcador sobre la 5.30 horas y varios operarios la colocaron quedando completamente sumergida. Debido a que la pleamar se produjo a las 6.11 horas, no fue posible empezar a ver el rostro hasta que las aguas comenzaron a descender.

La escultura generó una enorme expectación entre los bilbainos, muchos de los cuales se acercaron hasta el lugar para fotografiarse con ella. Además de opiniones cruzadas sobre la estética de la pieza, qué representa o quién está detrás de su instalación fue una pregunta constante entre los grupos que se hacían un selfie junto al llamativo rostro. En algo estaban todos de acuerdo: la cara que poco a poco iba sumergiendo el agua impactaba. “No sé quién lo ha colocado ni por qué pero genera mucha angustia verla medio sumergida”, reconocía Amaia Sánchez, una bilbaina que se encontró la estampa yendo a su centro de trabajo.

Redes sociales

También las redes sociales se hicieron eco de la llamativa acción. Algunos usuarios tiraban de humor para intentar buscar una respuesta al por qué de la escultura - “algún chiquillo ha tirado un muñeco del chino y mira... se ha hinchado”, “es una sirena que finge ser una escultura, esperad y veréis esta noche qué cánticos”, “ya tiene faena Iker Jiménez!!!”...-, la principal pregunta que se planteaban la mayoría de ellos. “¿Por qué motivo será?”, reflexionaba una mujer, junto a otros que cuestionaron su “dudoso gusto”. Una cosa está clara: la escultura de la cara de la niña no dejó indiferente a nadie.