Son el descanso del guerrero urbano, refugio de las parejas de mayores cansados o, simplemente, el lugar donde admirar rincones escondidos que guarda la villa. Son los bancos públicos, esas sucursales que te prestan grandes cantidades de relax y que, aparcados perennes en calles y plazas, pasan desapercibidos en el frenesí diario de la ciudad.

Esto ha sido hasta ahora. En la actual segunda ola de la pandemia por el coronavirus, los lugares públicos para sentarse se han convertido en tesoros muy preciados ante la falta de terrazas de la hostelería cerrada. El cafelito de media mañana, la hamburguesa para comer o el bocata de la tarde buscan incesantemente con sus consumidores puntos para ser degustados con cierta comodidad. Si ya tradicionalmente comer en la calle es algo extraño en las calles de Bilbao, hacerlo de pie es inaudito. Por eso el hallazgo de un lugar donde sentarse y reposar el tentempié se ha vuelto una necesidad imperiosa para muchos ciudadanos.

En Bilbao hay bancos de todo tipo y condición hasta sumar una cantidad que pocos sospechan. El Área de Servicios y Calidad de Vida del Consistorio de la capital vizcaina tiene inventariados 10.029 bancos a los que añaden otro tipo de instalaciones en forma de asientos corridos o lineales que suman, uno detrás de otro, dos kilómetros y medio de longitud. Vamos, si los ponemos en fila, cubrirían el recorrido de la avenida Lehendakari Aguirre entre Elorrieta y el Puente de Deusto.

Los bancos, casi siempre ocupados estos días son de los espacios más urbanos y con mayor actividad. Plazas como la de Jardines de Albia, el Ensanche, Bizkaia, Indautxu, Moyúa o la Nueva, en el Casco Viejo, son escenarios de pacientes oficinistas con el café en la mano a la espera de sentarse y continuar la charleta con los compañeros que ahora no se entabla acodados en la barra del bar.

Una gran parte de esos lugares de relax tan deseados, en torno al 40%, corresponden a los modelos denominados Sofá y Bilbao, este último con reposabrazos. El primero es el de toda la vida, el que se viene usando desde hace más de un siglo y que tiene la sencillez por bandera. Compuesto por dos piezas de hierro sobre las que se instala el cuerpo del banco, el asiento y respaldo lo componen 16 estrechos listones de madera. La variedad con reposabrazos la integran también dos piezas metálicas en los extremos y tres anchos listones, dos para aparcar las posaderas, y uno para la espalda.

Renovación en taller municipal

Año tras año, el Ayuntamiento mantiene un proceso de renovación de estos dos modelos aunque aún le restan unas 3.000 unidades antiguas por retirar. De la renovación generacional se dedica en exclusiva un taller municipal donde se procede al montaje de los nuevos asientos. El Ayuntamiento se provee de las patas de fundición y de los listones y tablones de madera de Talí o roble africano, caracterizadas por su robustez, y "se utilizan para montar nuevas unidades y reparar las existentes", indican fuentes municipales.

Otros veteranos asientos públicos son los que pueblan la Gran Vía, en el tramo que acotan las plazas Circular y Moyúa. No hay referencias concretas, pero en el Área de Servicios y Calidad de Vida creen que son los más antiguos en servicio, de la primera década del pasado siglo. Estas semanas están siendo los bancos más utilizados al tener alrededor cientos de potenciales clientes a la hora de amaiketako o la comida informal. Gran cantidad de migas de los bocatas pueblan hoy en día los huecos entre sus grandes tablones marrones. Un color moderno porque antaño, al igual que ocurría con los asientos del Parque de Doña Casilda, sus tonos fueron diferentes.

El pulmón central de la villa fue diseñado por el gran arquitecto Ricardo Bastida y en su inauguración, en 1907, se pobló ya con bancos modelo Sofá. Eso sí, entonces se pintaron de blanco y la madera era de pino, mucho más cercana geográficamente pero menos dura por lo que el mantenimiento era más costoso. Del color original se pasó con los años al color verde, una tonalidad que se mantuvo durante décadas. Fue a finales del siglo pasado cuando el Ayuntamiento decidió, respetando el diseño original, utilizar madera de elondo, mucho más resistente, manteniendo su color original marrón protegido con varias capas de barniz.

Además de estos tradicionales puntos de reposo, la modernidad ha traído una proliferación de diferentes diseños, algunos sin respaldo, otros de piedra e incluso de colorines y adaptados. El Ayuntamiento tiene contabilizados al menos 150 tipos de bancos diferentes. Una pequeña parte de estos nuevos modelos se han creado ex profeso para calles, paseos y plazas de nuevo cuño. Entre los singulares destacan, los de la plazuela en calle Arbidea, los de Corazón de María o los últimos instalados tanto en la nueva entrada viaria de Basurto como en el recorrido ribereño que bordea el Canal de Deusto hasta San Ignacio. Aproximadamente, todos ellos suman otras 3.000 unidades.

¿Y de quién depende inaugurar nuevo diseño en el parque de bancos públicos? Pues del proyectista que piensa el espacio urbano aunque "la sección de Parques y Jardines suele informar sobre la idoneidad de un modelo u otro", especifican desde el Consistorio.

Todo un muestrario de puntos para pausar la actividad que además son aseados convenientemente en el estado actual de posible contagio. El pasado 7 mayo el servicio de Limpieza procedió a desprecintar e higienizar todos los bancos cuyo uso fue prohibido durante la primera ola de la pandemia. Con la segunda ola los bancos parecen no ser vectores de transmisión. Eso sí, los empleados de Limpieza son más exhaustivos a la hora de asear estos elementos comunes para minimizar el riesgo de contagio por contacto.

2,5 km

Si se suman los metros de los bancos corridos existentes cubrirían toda la avenida Lehendakari Aguirre.

7 mayo

Tras su desprecinte en mayo, todos los bancos son limpiados especialmente en este tiempo de virus.

150 tipos

Los espacios estrenados recientemente han introducido diferente tipo de bancos hasta sumar un total de 150 tipos diferentes de diseños para que el ciudadano se siente.

Un servicio propio de mantenimiento.

Un tocho de madera.

De colores y gran comodidad.

Nuevos conceptos y diseños.

Una pieza corrida para compartir los vecinos.

Duro hormigón en la plaza poeta Ramón Basterra.

Una versión moderna con elevado respaldo estético.

El modelo tradicional y de los más viejos.

De los más veteranos y de gran prestancia.