Bilbao - Son mujeres, comerciantes y guerreras que asumen con ganas capitanear la nueva etapa de la junta de la Asociación de Comercios, Hostelería y Empresas del Casco Viejo Bilbao Zazpi Kaleak. Eider Txarroalde como presidenta, Rosa Pardo (vicepresidenta); Susana Alaguero (tesorera) y Gaizkane Florín (secretaria) recalan en la renovada agrupación que cambia de nombre y que busca revitalizar este área comercial en una época de muchos cambios en la que no vale de nada cruzarse de brazos, “solo queda mirar al futuro con positivismo”. “Tenemos que ser positivas. Contamos con un comercio de calidad, cercano, especializado y que sabe mimar al cliente. Esa es la gran baza que tenemos para seguir creciendo como una gran familia”, destaca la recién estrenada presidenta de la agrupación.

La asociación comercial pionera en todo el Estado da un paso fundamental en el reto de abordar una nueva etapa, en la que deberá trabajar para seguir siendo el referente comercial en el territorio vizcaino. “Tenemos que trabajar juntos, sin excluir a nadie, porque queremos que el Casco Viejo sea el mejor centro comercial al aire libre de Bizkaia”, afirman en un encuentro con DEIA. Y aunque es pronto para adelantar proyectos la nueva junta ya diseña una larga lista de propósitos y peticiones que transmitirán al Consistorio bilbaino en cuanto esté constituida la nueva corporación municipal tras las elecciones de mayo. “Vamos a pedirle que permitan a los negocios a modo de reclamo sacar algún elemento a la calle. Hay calles en las que hay negocios, pero parece que están muertas si no te adentras en ellas. No estamos hablando de elementos que entorpezcan el paso de los vecinos, nos referimos a pequeños objetos para despertar la atención de los viandantes”, apuesta Eider Txarroalde.

Otra de las cosas que van a cambiar es la ubicación de la sede de la asociación. La idea es trasladar la actividad del segundo piso del número 10 de la Plaza Nueva a un local a pie de calle. Un espacio al que los comerciantes, los clientes o los turistas puedan entrar, preguntar y plantear cualquier duda que pueda surgir. “Queremos asesorar a los comerciantes y hosteleros de todas las personas que trabajan en diferentes actividades en el Casco Viejo. Lo que queremos es que valoren la importancia de la unión. Es la única manera de lograr algo”, remarca Susana. La idea es que esa sede recoja incluso un espacio con productos que se venden en las diferentes tiendas del Casco Viejo. Junto con los tradicionales concursos gastronómicos que cuentan con un gran peso en esta zona histórica de la villa, la idea es también organizar eventos de moda, musicales... “Contamos con un montón de espacios diferentes, desde la Plaza Nueva al Mercado de la Ribera, en los que se pueden diseñar diferentes eventos que atraigan a la gente y que sirvan de escaparate para dar a conocer todo el producto que se oferta en los diferentes negocios de esta zona de la villa”, explica Susana.

Y es que el objetivo de esta junta es que la gente que recale en el Casco Viejo se vaya con un “excelente” sabor de boca. En este sentido, son conscientes de que el Casco Viejo cuenta con una idiosincracia particular; vecinos, comerciantes, hosteleros y turistas están obligados a encontrarse. “Hay sitio para todos. Aquí no sobra nadie”, consideran.

La nueva junta asegura no tener miedo a la inminente llegada a Bilbao de Primark, ya que más que una amenaza consideran que esta firma de textil low cost “traerá a mucha más gente a Bilbao”. “Es solo pasar el puente y ahí estamos”, invitan.

La Asociación de Comerciantes del Casco Viejo de Bilbao se fundó oficialmente un 25 de abril de 1969, cuando un grupo de unos 25 comerciantes del Casco Viejo decidieron unirse con el objetivo de “revitalizar” las Siete Calles. Pero tuvieron que hacerlo como asociación vecinal, y no de comerciantes, ya que, todavía en la dictadura, las asociaciones patronales estaban prohibidas. Nada tienen que ver aquellos inicios con los tiempos en los que vivimos ahora; la inclusión de Internet ha derivado en nuevas formas de consumo y en otro tipo de cliente al que hay que escuchar y adaptarse. En opinión de Rosa Pardo, el pequeño comercio no tiene que competir con los grandes: “Somos más profesionales, más cercanos, más artesanos y damos un servicio personalizado”. Para Susana el éxito está en ser abiertos, creativos... “No tenemos miedo a innovar y siempre estamos preparados para dar el cien por cien”. Eider subraya que una empresa pequeña puede reaccionar de forma más fácil que una grande. “No es fácil adaptarse, pero estamos acostumbrados a los cambios y tenemos más margen de maniobra”, destaca. Gaizkane hace hincapié en la necesidad de recordar que el buen producto tiene un precio. El final de los periodos de rebajas oficiales ha traído consigo la era de los “descuentos eternos”. “Nos han hecho daño y han conseguido que la gente no valore lo que está comprando. Hoy en día el low cost se ha puesto a todos los niveles. Un descuento no es atractivo para nadie. Antes se valoraba más el producto y el servicio”, concluye la comerciante.