Este pasado sábado, el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Zaldibar acogió una emotiva eucaristía de acción de gracias por los 100 años de presencia de esta comunidad contemplativa en el municipio.
La misa estuvo presidida por el Padre Provincial, Jon Korta, acompañado por una quincena de carmelitas y tres sacerdotes diocesanos: el vicario territorial Álex Alonso, el delegado para la vida contemplativa Ernesto Bilbao y el párroco de Zaldibar, Agustín García. Numerosos fieles, laicos carmelitas y religiosas de otros monasterios de la provincia de Navarra se sumaron a la celebración.
En su homilía, pronunciada en bilingüe, el Padre Provincial Jon Korta, reflexionó sobre el sentido y el valor que tiene una comunidad religiosa y contemplativa en la vida de un pueblo. “En una presencia carmelitana contemplativa, la vida de oración, vivida como un trato de amistad con el Señor es un espacio para adentrarse en el misterio vivo de Dios, y recibir, del mismo, la luz del resucitado para poder iluminar, así, la vida de un pueblo y de las personas concretas”, explicó.
En su discurso, también destacó la importancia de la vida fraterna dentro del monasterio “Es un espacio para huir del mundo sino estar en él ofreciendo un testimonio de que es posible vivir la unidad en la diversidad . La vida comunitaria es un reto porque supone trabajar una armonía entre distintas sensibilidades, maneras de ser, y, también, de distintas edades”.
El Padre Provincial concluyó su homilía y reflexión con una invitación a toda la Familia Carmelitana a “seguir amando y construyendo la unidad de la iglesia y haciendo crecer el pueblo de Dios. Ante personas y grupos que pueden crear divisiones internas en el seno de la iglesia, la Familia Carmelitana seguirá trabajando por crear espacios de unidad y de acogida”, defendió.
Un siglo de presencia
La idea de fundar un monasterio en el municipio de Zaldibar salió de la madre Teresa del Niño Jesús Perdido, profesa del Carmelo de Oviedo. Cuando supo que una prima suya, Catalina Iraolagoitia, natural de Zaldibar deseaba ser religiosa, la animó para que ingresara en el Carmelo de Oviedo. De este modo, el 23 de julio de 1915, tomó el hábito con el nombre de Hermana Margarita del Sagrado Corazón. Cuando la madre Teresa fue elegida priora, comenzaron ambas a planificar la fundación de Zaldibar, que en aquella época se denominaba Zaldúa. Antes de profesar, la Hermana Margarita ya había dispuesto que, parte de su fortuna se destinara a fundar un monasterio en su pueblo natal.
Ambas religiosas contactaron con sus parientes, Pedro Iraolagoitia y Nieves Chopitea quienes compraron la fonda de Olea, que se transformó en monasterio. La Santa Sede autorizó la fundación con fecha del 27 de mayo de 1924. El 12 de agosto del año siguiente, el obispo de Vitoria, de quien dependía entonces eclesiásticamente Zaldibar concedió la licencia para la formación de la comunidad.