Síguenos en redes sociales:

Juezas ponen voz en un libro a víctimas de violencia de género: "Mamá cayó al suelo y luego la estranguló"

“Si hubiera controlado mi llanto, él no estaría detenido. Estuve torpe, débil, puta”, se fustiga una mujer en uno de los relatos de 'Hijas del Miedo'

Juezas ponen voz en un libro a víctimas de violencia de género: "Mamá cayó al suelo y luego la estranguló"Ediciones Península

Mamá cayó al suelo y luego la estranguló”. Se llamaba Aarón, tenía cinco años y una madrugada contempló horrorizado cómo su padre clavaba una navaja en el cuello de su madre y la asfixiaba para, acto seguido, acabar con él. “Puso una mano sobre mi cara, obstruyéndome las vías respiratorias, y la otra sobre mi garganta, apretando tan fuerte que en unos minutos me ha producido la muerte”.

El testimonio que este niño y su madre no pudieron ofrecer lo ha escrito la fiscala encargada del juicio, Flor de Torres, en el libroHijas del Miedoy otros relatos de violencia de género, en el que juezas de todo el Estado prestan su voz a víctimas reales. “Es un resarcimiento, ponerles nombres y apellidos, que vean que su historia, independientemente del resultado judicial, ha sido escuchada y ha tenido un alcance”, explica la jueza Cristina Meré, coautora y coordinadora del libro.

“Es un resarcimiento a las víctimas, que vean que, independientemente del resultado judicial, su historia fue escuchada”

Cristina Meré . Jueza y coautora de 'Hijas del Miedo'

Prologado por Raquel Orantes, hija de la mujer asesinada tras denunciar en televisión que su marido la había maltratado durante 40 años, el libro estremece desde sus primeras páginas con historias como la de una niña que se dejaba caer desde su litera para que su padre, en la habitación contigua, dejara de agredir a su madre.

“Y me lo pensé, ¿eh? Porque la última vez que lo hice ya me había hecho daño, pero es que si no, no para... Así que ¡pumba! Me tiré. Grité muy fuerte, lo más fuerte que pude. Menos mal. Ya no oí nada, no oí gritar a mamá. Lloré mucho, porque es que me hice mucho daño, que esta vez me di con el lado de la mesilla, aquí en la pierna, lo que te he enseñado... ¿Has visto el moratón?”, reproduce en su relato la magistrada Ana Libertad Laliena, “impotente” porque la mujer, que llamó al 112, decía, como su marido, que había sido una discusión. Pronto volvieron a verse las caras. “Ha venido la madre de la cría de hace unos días... que dice que le diga que quiere declarar otra vez, que parece que su hija se ha vuelto a caer de la litera”.

A los niños y niñas, recuerda Meré, antes “no se les consideraba víctimas, no se les escuchaba ni se les daba credibilidad. Ya se ha incrementado eso de vamos a escuchar al menor y ahora estamos con considerarlo víctima, no solo porque lo sea directamente, como Aarón, sino porque está viviendo una situación de violencia de género que le afecta, como en La litera”, expone la coordinadora del libro, gestado en el club de lectura de la Asociación de Mujeres Juezas de España.

“Teníamos muchas historias que habíamos vivido en los juzgados y decidimos escribirlas por dar voz a las víctimas de violencia de género, a quienes van destinados los beneficios, y con un fin terapéutico porque soportamos mucha presión, somos personas y hay casos que inevitablemente te llevas a casa”, reconoce esta jueza.

Cristina Meré, jueza, coautora y coordinadora del libro 'Hijas del Miedo y otros relatos de violencia de género'.

"Al acabar la guardia, lloré"

En la obra se refleja la huella que estos terribles casos dejan en las juristas. “Se quedó grabada en mí para siempre la imagen de los juguetes de Aarón, sus Playmobil, sus coches y camiones, todos ellos esparcidos por su habitación, justo enfrente de la de su madre, lugar del crimen”, explica la fiscal autora del relato En la mirada de Aarón, mientras la magistrada María Gavilán recuerda en Cosas que nunca te dije su primer caso de violencia de género. “Me impactó: un hombre golpeó a su mujer mientras ella amamantaba a su bebé de tres meses. Al acabar la jornada de guardia y subirme al coche, empecé a llorar. Lloré todo el camino de vuelta a mi casa. Desde entonces, siempre recuerdo muchos de los casos con situaciones especialmente violentas, incluso con el nombre y apellidos de las víctimas”.

Tampoco la magistrada Cira García puede olvidar la historia de María, una de esas, dice, “que nos sacuden el alma y nos acompañan para toda la vida”. Madre de un niño de cinco años con autismo y una niña de dos, María denunció a su marido por malos tratos físicos y psicológicos a ella y a su hijo.

“Su terror y sufrimiento eran palpables”, escribe la magistrada, quien relata cómo la pareja de María la llamaba “subnormal” o “mala madre” y la culpabilizaba “incluso del fallecimiento de la hija de ambos, llamada Nerea, que había muerto ahogada por accidente en una piscina en casa de unos familiares con apenas tres años de edad”.

“Ya no me callo con nadie y miro a donde quiero con libertad, alegría y seguridad”

María . Víctima de violencia de género

Dado que las amenazas de muerte eran recurrentes, María huyó a casa de sus padres, pero la fue a buscar y accedió a acompañarle para que no hiciera “una carnicería”. Tras agredirla de nuevo, fue detenido y ella se refugió con sus hijos en una casa de acogida en otra provincia, de donde se tuvieron que mudar cuando los localizó.

Aunque María consiguió “levantar de nuevo el vuelo”, su agresor le asestó una cuchillada fatal, esta vez en la piel de una familiar. La magistrada se cruzó con él y describe su “mirada gélida”, que da nombre a esta dramática, pero esperanzadora historia. “Ya no me callo con nadie y miro a donde quiero con libertad, alegría y seguridad”, afirma María.

“Tú no sales viva de esta, zorra”

A Meré le cuesta elegir uno de los 19 relatos que conforman esta compilación de sufrimiento. “Miedo describe muy bien cómo se siente una víctima de violencia de género. Mientras lo lees, sientes miedo con ella, pero solo pronuncia esa palabra cuando le dicen que van a poner una denuncia: Qué miedo”, destaca. Un terror que se refleja en el texto, escrito por la magistrada Helena Amorós, a través del testimonio de Svetlana, de 28 años: “Ya me lo ha dicho: Yo iré a la cárcel, pero tú no sales viva de esta, zorra”.

A la coordinadora del libro también le “llaman mucho la atención los pequeños gestos” del relato Pájaros en la cabeza, de la fiscala Inés Herreros, “por ejemplo, cuando la víctima dice: Hace mucho tiempo que aprendí que a la cama se llega siempre llorada o cuando se da cuenta de que con las amigas no tiene ansiedad y dice: Ostras, no era consciente de que vivo con ansiedad todo el tiempo”. La historia comienza con la protagonista refugiada en el cuarto de baño, junto a una prueba de embarazo negativa y con su pareja vociferando fuera. “Me duele el cuello, esta vez me ha agarrado muy fuerte. Por estéril”, musita la víctima, que se culpabiliza de la detención de su agresor, tras la llamada de una vecina a la Policía. “Si hubiera controlado mi llanto, (...) él no estaría detenido. Estuve torpe, débil, puta, inútil”, se fustiga.

"Con la primera bofetada te das cuenta de dónde estás, de que ya no hay salida"

Cristina Meré . Jueza y coautora de 'Hijas del Miedo'

Meré recuerda asimismo una de las frases del relato La muerte del perro. “Dice: La primera bofetada es la que más duele. No es la que más duele, es cuando realmente tú te das cuenta de dónde estás, de que ya no hay salida”, comenta y no se olvida de Hijas del miedo, “que es muy fuerte porque muestra el enfoque desde el punto de vista de la familia del agresor, que se nos olvida muchas veces. Todos tienen algo, una frase, un momento”.

Violencia de madres a hijas

Meré es “consciente de que hay ciertas actuaciones dentro de la Justicia que no se entienden y que pueden hacer sentir a las mujeres que se las está juzgando o victimizando”. De hecho, afirma, “una víctima no se fija tanto en el resultado del procedimiento, sino en el trato que le administras, si la escuchas y empatizas con ella”.

"Hay actuaciones dentro de la Justicia que pueden hacer sentir a las mujeres que se las está victimizando"

Cristina Meré . Jueza y coautora de 'Hijas del Miedo'

De los casos que ha tenido entre manos le impactaron “la forma de mirar y la ligereza con la que hablaba” el maltratador de una chica embarazada o la madre que pegó a su hija porque tenía una pareja muy tóxica y temía que la maltratara, tal y como hizo su padre con ella. Una situación que, dice, es “habitual”. “A casa me llevo los casos de menores. Vemos tanto que o relativizas o tampoco podríamos vivir nosotras”.