Llevo viviendo en Orozko 28 años y uno de los primeros amigos que hice –ojo, nos conocíamos de Gorbeia– es el montañero que traigo hoy a esta página de DEIA. Siempre le he dicho que quería contar su intensa relación del día 31 de julio con Igiriñao y Zastegi; desde que era pequeño. Y por fin, el 13 de agosto del año pasado nos sentamos para coger los apuntes necesarios. El aita de Alejandro, fallecido en 1991, era Antonio Astobiza San Sebastián, natural de Uxuluxu, Orozko, donde tienen el precioso caserío familiar.

Su ama, Begoña Otegi Revilla, natural de México capital, falleció en 2008. Su mujer, también montañera, Gotzone Beobide Etxebarrieta, natural de Arrigorriaga, con aita zeanuriztarra. Se casaron en 1975 y fueron a tres sitios de viaje de novios. A Gorbeia, al refugio de Basilio, bajo Lekanda, una semana (allí les dejó el pastor de Uribe una botella de champán en la puerta), a Fitero y a Benidorm.

En imágenes: Alejandro Astobiza, en San Ignacio en Gorbeia Cedidas

Su primer recuerdo del día de San Ignacio en Gorbeia es con ocho añitos, en 1956. Me comenta que entonces se escuchaba mucho a los mayores, se les tenía mucho respeto y se les tomaba en consideración, también en el monte.

¿Y cómo subisteis a Gorbeia ese día de hace 68 años?

Subimos hasta Zaloa con un camión que recogía leche y de allí andando por el elurzulo de Zaratate-Neberabarri, Arraba, Igiriñao, hicimos la cruz, claro, y luego bajamos a la misa en la capilla de Nuestra Señora de las Nieves.

No acaba ahí su relato. Bailaron a lo suelto en el hayal y bajaron a Zastegi a comer, donde había baile a lo agarrado. Era Moisés Larrondo, de Goikiria, quien tocaba el acordeón. Entonces no había pista para subir en 4x4; de hecho, no se podía acceder en vehículo. Un poco más abajo del refugio de Igiriñao había una fuente y un pozo. Martín Olagüenaga, que en paz descanse, buen amigo, se bañó. Eso le marcó a Alejandro y siempre me lo recuerda. Ya de regreso, en Ibarra, cenaban los restos que habían quedado y el Ruso ponía música con un tocadiscos. La gente bailaba con ganas.

Y así, desde 1956 hasta el año pasado de forma ininterrumpida subiendo ese día a Gorbeia. Faltó uno, en 2013, debido a una rotura de ligamentos cruzados al caerse en una alcantarilla. Aunque sí le llevaron hasta Zastegi. Hizo el servicio militar obligatorio en Araca, Gasteiz; y en el cuartel pidió permiso al teniente, el gasteiztarra Enrique Fernández de Landa, para ir a Gorbeia el 31 de julio. Le dio 15 días.

En imágenes: Alejandro Astobiza, en San Ignacio en Gorbeia Cedidas

“Es notable el cambio de fisonomía de la gente que acudimos el día 31 de agosto a la romería y misa en Gorbeia”, me apunta. Antaño, dice Astobiza, durante la eucaristía montañera “había más de 50 perros pastor al lado de sus amos. Hoy no contamos seis. Por cierto, vaya guirigay solían armar cuando empezaban a ladrar todos, ni se oía la misa”.

Las familias de Orozko seguimos subiendo a Zastegi con comida preparada y lo hacen en 4x4 y sólo podemos acceder al Parque Natural los que estamos censados en el pueblo. De lo contrario es imposible pasar en vehículo; los guardas lo impiden.

Los txistularis Larrakoetxea son algunos de la docena que hay en Zeanuri que amenizan la romería. Estos son seis hermanos (cinco chicos y una chica), primos de Gotzone. El año pasado sólo estuvo tocando Joseba, acompañado por la trikitilari de Zaloa, Irati Santa Cruz, su hermana Garazi al pandero, y otro triki de Zubiaur, Ander Martínez.

En imágenes: Alejandro Astobiza, en San Ignacio en Gorbeia Cedidas

Históricamente han subido desde Ibarra. Es una buena tirada la que hay hasta la cruz de Gorbeia. Tenían tanto cariño a la cima que muchos años subían hasta tres veces el mismo día. La saga de los Astobiza sigue subiendo en familia: hijos, nietos, todos juntos; es un rito histórico que no pierde la cadena genética.

A nuestro protagonista de hoy, Alejandro, hace 25 años le gustaba eso de marcar horarios imposibles en subir a la cruz de Gorbeia. También otros retos como las 11 veces que ha hecho la Hiru Haundiak. Veamos algunos. El 24 de octubre de 1972 hizo Llodio-Gorbeia, con muchísimo frío y nieve, en 2 horas 49 minutos y 30 segundos. Desde Ibarra marcó 1 hora 42 minutos y 52 segundos; ídem pero dos veces seguidas y lloviendo, el 31 de mayo de 1987, en 7 horas y 45 minutos. Desde Igiriñao a la cruz y volver, el 07 de agosto de 1982, en 22 minutos y 12 segundos. Y por poner otra marca difícil de superar, desde Bilbao (Zabalburu) hasta la cruz, el 15 de julio de 1989, haciendo Pagasarri y Untzueta, tardó 14 horas y 8 minutos.

Termina diciéndome que tiene una querencia especial por la cruz de Gorbeia y, apostilla: “después de ti, Iñaki”.