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Historias montañeras

Pedicularis Flavius, la flor del Gorbeia

Pedicularis Flavius, la flor del Gorbeia

Más de medio siglo antes de la instauración del alpinismo vasco como deporte organizado, botánicos europeos oteaban lugares floreales, posiblemente como lo que hoy sería una actividad para ampliar el currículo universitario. El primero aquí fue Heinrich Moritz Willkomm (1821-1895), descubriendo una “flor única en el mundo” a la que llamó Pedicularis flavius, debido a su corola amarilla. La flor se llama Pulsatilla alpina subsp cantabrica. Más tarde, otros botánicos pudieron comprobar que no se trataba de Pedicularis tuberosa, una especie que vive, además de en Euzkadi, en Pirineos, Alpes y Apeninos. La localizó el 28 de mayo de 1850.

El alemán, uno de los más reputados botánicos del momento, arribó a Madrid con objeto de estudiar la flora del Estado español. Allí le dijeron que Gorbeia era un destino para descubrir algunas flores desconocidas. Para quien lea esto y se quiera ubicar en el lugar donde la encontró, está al lado del pluviómetro más alto de Bizkaia, en el collado de Aldamin.

He contactado con el reputado biólogo y guarda forestal Juanma Pérez de Ana, quien en su blog de Gorbeia (y otros muchos que tiene, extraordinarios todos), en varias ocasiones ha escrito sobre esto, afirmando que no fue una flor única en su especie.

Datos del herbario del Jardín Botánico de Madrid.

Carlos Aseginolaza Iparragirre, fallecido el 16 de enero de 2015, con 59 años, en accidente laboral en una pista forestal del monte Artikutza, precipitándose su todoterreno por un terraplén, fue un biólogo especializado en botánica que trabajaba como jefe del Servicio de Medio Ambiente del Departamento de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Coautor de varias publicaciones imprescindibles sobre la flora del País Vasco, ayudó a Juanma en su trabajo con esta flor. También cito al botánico bilbaino Emilio Guinea, quien herborizó en Aldamin en julio de 1946 y publicó en 1949 datos en su libro Vizcaya y su paisaje vegetal.

La Sociedad de Ciencias Naturales de Sestao / Sestaoko Natur Zientzien Elkartea, a la que pertenece Pérez de Ana, presentó hace 23 años en el registro del Gobierno vasco (Departamento de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente) el Estudio para la conservación de la flora amenazada de alta montaña de las cumbres de Gorbeia y Aldamin en el que se da testimonio de la existencia de esta flor.

Posiblemente nuestro deporte montañero venga de aquellos recolectores de flores, exploradores, aventureros y científicos. Los últimos en llegar al monte fuimos nosotros.

Una de las cuatro fichas que me mandaron

El 30 de agosto de 2020, cuando el mundo estaba cerrado, pero los estanqueros éramos esenciales y teníamos colas de clientes como para parar un tren, mandé una petición al herbario del Real Jardín Botánico de Madrid solicitando que me pudieran enviar la ficha o alguna fotografía de aquella flor cogida hace 174 años y que Willkomm regaló a la Diputación Foral de Bizkaia y esta envió a Madrid.

Allí sigue, viva. Contacté con una amable funcionaria, Eva García Ibáñez, quien me dijo que ese pliego que pedía no estaba informatizado y que hacían teletrabajo. Sin embargo, pocos días después recibí la ficha que había solicitado. Hoy es el día que tengo pendiente ir a saludarla y ver la ficha con mis propios ojos: MA 164401, MA 122067 y MA 166736, correspondientes al taxón Pedicularis flavissima var. Pallida.

Al fondo el collado de Aldamin donde apareció la flor.

Vayamos a la visita que nos hizo Mauricio, que tiene tela, y da para otro artículo más. Llegó a Areta de noche y tras hospedarse en un hostal le recomendaron que fuera al poblado altomedieval de Zaloa, a determinado caserío donde pernoctó y, al día siguiente, con provisiones y en compañía de uno de los hijos del baserri como guía, entraron en Itzina por Atxulo yendo a Supelegor. Se quedó solo y le apareció un toro bravo que le hizo subirse a un haya raquítica estando bastante tiempo pidiendo auxilio hasta que un pastor escuchó sus gritos y azuzó al toro, que se acabó marchando. Bien valdría esta historia para una de las leyendas de Supelegor, de esas en las que por ejemplo un toro echaría fuego por el hocico. Allí, en la hondonada, bajo Askorrigan y Urtutxe, el protagonista de nuestra historia montañera de esta semana tuvo otro percance al caerse en la cueva y mojársele los fósforos (cerillas) que llevaba como linterna. Recuerden que era a mediados del siglo XIX.

Regresó a Zaloa y volvió al lugar. Llevó velas y una escopeta con 12 balas de plomo que compró al casero. Cruzando Itzina conoció la nevera de Zaratate-Neberabarri y llegó a Gorbeiagana. Faltaban todavía 51 años para que se levantase allí la primera cruz de Gorbeia. Esto que nos cuenta el alemán es la primera descripción sobre Gorbeia que conocemos en la historia.