Aunque sus orígenes se remontan al menos hasta el siglo X, se considera en torno al siglo XVI cuando San Pedro Zarikete habría adquirido su apariencia actual. Mientras arraigaba la fe en los rituales ancestrales para despojarse de los malos espíritus, en los salones palaciegos se estilaban composiciones como las de Antonio de Cabezón, “burgalés, de las cortes de Carlos V y Felipe II”, explicó Arrate Zubigaray, quién aunó ambos ambientes en el viaje por las melodías del Renacimiento y el Barroco a través de su clavecín. Con su charla musicalizada –ligada también a cuadros para familiarizar a la audiencia con el contexto histórico–, la música y pedagoga de Zalla inauguró la primera Navidad de la recién creada Zarikete Zarigune Kultur Elkartea.

Cuando estudiaba en el Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene, a los 19 años un profesor sugirió a Arrate probar suerte con este instrumento que, en apariencia, resulta muy similar al piano, aunque no funcionan exactamente igual. En el clavecín o clave las cuerdas no se golpean, sino que las teclas elevan un mecanismo con pequeñas púas parecidas a las de las guitarras, de nombre plectros, que articulan el sonido. Puede disponer de uno o dos teclados, contó al público. Desde el primer contacto sintió un flechazo que la animó a profundizar en su estudio en Bilbao y los Países Bajos.

“Igual que en el arte, existían escuelas nacionales” contó a un público impresionado por el grado de detalle en el trabajo artesanal de su clavecín, encargado en Madrid en 2021, cuya fabricación tomó dos años y que transportó a San Pedro Zarikete expresamente para la ocasión. Se trata de la réplica de uno de procedencia flamenca de 1608 que se conserva en una colección privada de París en el que ha incluido detalles muy significativos para ella, como las representaciones de una abubilla y un martín pescador.

Sonidos y cuadros

La tecnología ayuda a la hora de encontrar partituras de época. En el Renacimiento las piezas musicales “estaban más ligadas a la polifonía, más adelante versionaron estas piezas vocales” antes de concebirlas especialmente para ser tocadas en instrumentos. Durante la presentación ligó la obra de Antonio de Cabezón al Retrato de la infanta Catalina Micaela, de Juan Pantoja de la Cruz, pintado hacia 1586, para comparar con la música su aire sobrio y ornamentado a la vez. Tirando del hilo desde Girolamo Frescobaldi “podemos llegar hasta Bach”, apuntó para medir su influencia apoyándose en el cuadro Angélica se esconde de Ruggiero (1623) La Vanitas (1680-1690) de Andreas Graff formó pareja con Johann Pachelbel para sentir el toque “melancólico” del Fa menor. El viaje concluyó en Francia con el cuadro Una joven mujer con carta de amor, de Jean-Baptiste Santerre (1651-1717) y las composiciones de François Couperin y Elisabeth Jaquet de la Guerre, que transportaron al lujo de Versalles.

Visita nocturna al templo tras la velada musical. E. CASTRESANA

Después, los espectadores y espectadoras –incluyendo representación de la asociación cultural La Escuela de Liendo, lugar de origen del autor de dos de los retablos– disfrutaron de una visita nocturna que prolongó el hechizo de la tarde en la ermita de San Pedro Zarikete.

Investigación en 2025

¿Estela protectora? El Trabajo Fin de Grado que se presentará a mitad de 2025 puede aportar interesantes datos sobre una estela hallada durante la restauración. Podría haber servido de protección en la entrada de la ermita o como un símbolo medicinal. Cuando apareció “nos dijeron que era única”, recuerda el arquitecto Patxi García de la Torre.