Han pasado ya casi cuatro décadas desde que Jesús de la Fuente, que acaba de recibir la insignia olímpica del COE por su contribución a la orientación en Euskadi, puso la semilla de este deporte en la CAV en 1986. Cinco años después, en 1991, fundó el Club de Orientación Bidea (COBI), que es actualmente el único club de orientación en Bizkaia y que el próximo día 10 organiza la quinta prueba del X Circuito Popular de Orientación Jesús de la Fuente en el parque tecnológico de Zamudio, una cita en la que esperan reunir a cerca de 300 personas. Los inscritos tendrán la posibilidad de realizar uno de los tres recorridos. El amarillo constará de 3.200 metros y 80 metros de desnivel con 15 controles, ideal para menores y acompañantes; el naranja serán 4.900 metros y 160 metros de desnivel con 19 controles, y rojo con 6.100 metros y 250 metros de desnivel con 23 controles para los más experimentados.

En este sentido, la orientación es una disciplina deportiva que consiste en realizar un recorrido por una zona generalmente boscosa con la ayuda de un mapa y una brújula. Un mapa que está especialmente diseñado para este tipo de pruebas y que representa con exactitud los pequeños detalles del terreno. Un ejercicio de destreza y habilidad que parecen del pasado, como cuando se llevaba un mapa de carreteras en el coche, en una sociedad cada vez más dependiente de las nuevas tecnologías como, por ejemplo, el uso de los sistemas de posicionamiento global (GPS) que permiten localizar una posición con precisión milimétrica. Sin embargo, desde el club sostienen que como nunca se puede predecir cuándo va a tener uno un percance en el medio natural, los conocimientos de orientación le pueden salvar a uno de más de un problema, sobre todo, cuando las condiciones atmosféricas son adversas y pueden llegar a dejar fuera de combate a los aparatos electrónicos.

“Un mapa y una brújula son dos objetos que no pesan nada en una mochila y el hecho de llevarlos nos puede servir de gran ayuda”, destaca Juantxo Luzán, miembro del COBI desde hace ocho años e intrépido deportista habitual de las carreras de montaña, trekking y raids de aventura. A sus 55 años, considera que en el deporte de orientación “el nivel físico no es tan importante” y que experiencia y destreza a la hora de interpretar un mapa otorgan una “mayor seguridad” en un medio hostil. “Nunca se está libre de un percance, pero los conocimientos de orientación te otorga cierta tranquilidad”, sostiene. En este sentido, a la hora de abordar una aventura en la naturaleza, Luzán recuerda el lema que caracteriza a la orientación: pensar y correr. “Lo primero es pensar porque cuando tienes que desplazarte de un punto A al B, lo sencillo sería ir en línea recta, pero hay una serie de condicionantes como el desnivel, peligrosidad, ríos, etc., a tener en cuenta. Por ello hay que aplicar el sentido común y de ahí lo de pensar. Luego, una vez que has tomado una decisión y escogido un camino, si es largo, ese recorrido hay que dividirlo en subtramos para ir cogiendo referencias intermedias”, detalla. Sobre esta línea, asegura que en caso de perderse o desorientarse en una zona montañosa o boscosa, lo importante es tratar de resituarse y, sobre todo, no perder la calma. “Lo mejor es pararse y buscar un elemento claro de referencia, como una roca grande, que permita ubicarnos en el mapa”, indica.

Mapas

Sobre esta línea, tal y como explican desde el club, los mapas son “la representación gráfica del terreno en un plano de colores y símbolos internacionales”. De esta manera, el que lo usa, puede “interpretar la realidad del lugar identificando los accidentes del terreno, los ángulos, la distancia entre dos puntos, la altura, etc. Así se consigue localizar fuentes, ríos, senderos, cortafuegos, etc., que sirven de referencia para completar los recorridos. Los participantes tratan de descubrir las balizas sobre el terreno, que previamente han sido señalados con precisión en el mapa”, detallan. Inicialmente, los mapas topográficos se empezaron a utilizar con fines militares, pero “en 1890 ciudadanos suecos ampliaron su uso al terreno deportivo”, apuntan.

Aunque la orientación es un deporte de competición, una de sus características es que tiene la virtud de mezclar en una misma prueba al atleta que busca realizar el recorrido lo más rápidamente posible buscando mejorar su resultado o al que simplemente desea pasear de forma más tranquila disfrutando de la naturaleza. “El carácter lúdico de este deporte hace que en una prueba puedan darse cita padres, hijos e incluso abuelos”, señalan. Además, permite desarrollan y agilizar muchas cualidades intelectuales, puesto que “estimula la lógica, la rapidez en la toma de decisiones, la capacidad de concentración, y la seguridad en sí mismo”. Por eso la orientación supone “una gimnasia mental muy necesaria hoy en día”, concluyen.