“Quién sabe, igual en tiempos de crisis tenemos que volver a las antiguas costumbres...”, elucubraba Jon Ander Zornotza pensando en el convulso contexto socioeconómico desde la pandemia. “Mientras haya ganadería no se pasa hambre, aunque mucha gente joven desconoce en qué consiste la txarriboda”, comentó ayer domingo en el núcleo urbano de La Quadra, perteneciente a Güeñes, que ayer recuperó esta costumbre con fines solidarios. “El cerdo nos ha dado de comer toda la vida, desde nuestros antepasados”, explicó mientras llevaba a cabo las diferentes fases del proceso. Este año la cita se desarrolló con el eco de la petición de PACMA de cancelarla. Al partido animalista le preocupaba que pudiera quebrantarse la ley de protección animal en el momento de la matanza. A este respecto el alcalde de Güeñes, Juan Andrés Iragorri, remarcó que el cerdo llega al evento ya sacrificado.

La tradición mandaba antaño realizar la txarriboda “en luna menguante”, comentó otro vecino que tiene en su casa “un cerdo indultado” y defendió la txarriboda como un “verdadero kilómetro cero, economía circular”. En el municipio “se sigue haciendo en los baserris” y un clima como el de ayer domingo, ”chispeando y fresco” es ideal.

Voluntariado del servicio municipal de Juventud vendió papeletas para degustar pintxos solidarios y de la quiniela para acertar el peso del cerdo. E. CASTRESANA

Mientras hacían sus cálculos para adivinar el peso del cerdo en una quiniela, las personas asistentes contemplaron en primer lugar cómo Jon Ander Zornotza procedió a quemarlo con helecho antes de rasparlo, limpiarlo y desmenuzarlo. “Se pueden extraer jamones, paletillas, chuletas, solomillos, lomo, papada, panceta...”, enumeró.

Antiguamente representaba “una ocasión para festejar que proveía de víveres al caserío para pasar el año”, como recordó el locutor Álex Ugarte, que fue narrando los avances mientras, bajo la carpa habilitada en La Quadra, echaban humo las putxeras de alubias de Gernika y Tolosa que se ofrecieron como degustación al precio de un euro por ración, la principal novedad en el programa de 2024. Además, se pusieron a la venta productos de cerdo, pan, dulces, verduras y hortalizas de Güeñes y alrededores.

El popular refrán “a todo cerdo le llega su San Martín” despertó las risas, aludiendo a la fecha del 11 de noviembre en la que era habitual llevar a cabo la matanza en núcleos rurales. “En Karrantza, después de colgarlo para que se enfriara, disfrutaban de un almuerzo” a base de patatas fritas, chorizo y otros productos procedentes de la txarriboda del año anterior.

Voluntariado juvenil

Voluntariado del servicio municipal de Juventud vendió papeletas para degustar pintxos solidarios y de la quiniela para acertar el peso del cerdo. E. Castresana

La de La Quadra se distingue por sus ingredientes benéficos. Y es que la recaudación reunida por el voluntariado del servicio municipal de Juventud, Gugaz, se destina a colaborar con la ONG Hahatay Sonrisas de Gandiol. “Se dedicará al centro cultural Aminata, aunque nos irán concretando qué necesitan exactamente”, señalaron. Este espacio proporciona un espacio de encuentro para la población de Gandiol. Güeñes mantiene el contacto desde 2017 después de haber promovido proyectos en el Sahara, Nicaragua, Guatemala y El Salvador, además de haber enviado cooperantes a Honduras.

Seis jóvenes de 12 años se enfundaron las camisetas de Gugaz para vender pinchos de morcilla y txitxiki y anotar las apuestas en la quiniela que desafió a averiguar el peso del cerdo. “Puedo hablar de lo que sea menos eso”, bromeó Jon Ander Zornotza protegiendo el secreto.