“¡Esta, esta es la máquina de mi madre!”. Paco Basterretxea Martínez identificó sin ningún género de dudas la Singer con la que Cándida Martínez trabajó “21 años” en la fábrica. Diseñada específicamente para ese tipo de complementos, sirvió para elaborar viseras y gorros marineros en La Encartada entre 1921 y 1930. Data de 1917 y es la más antigua entre las tres de la misma marca, clase y modelo que se conservan en el hoy día museo, con unas “modificaciones que la hacen singular”, explicaron. Se exhibe dentro del programa Bilduma, que muestra piezas señaladas dentro de la valiosa maquinaria. La historia ejemplifica la importancia de las mujeres y de las sagas familiares en el funcionamiento de la empresa, temas que aborda el libro de actas del congreso de patrimonio industrial celebrado el año pasado en Balmaseda.

Bajo el título Trabajos de (no) andar por casa, la publicación “supone un hito en la investigación y comprensión del patrimonio industrial desde la perspectiva de género; más que una recopilación, testimonio de la dedicación y pasión de las mujeres”, subrayó la directora general de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia, Begoña de Ibarra. Conceptos que “se entrelazan al abordar una nueva óptica y nos inspiran para seguir aprendiendo”.

Por ello, esperan que el libro, con aportaciones de más de cincuenta personas expertas, se convierta en referencia por su enfoque pionero y fuentes utilizadas para analizar desde un punto de vista femenino edificios, máquinas, infraestructuras y la manera en la que se empleaba la imagen de las mujeres en iconografía y publicidad, documentación complementada con numerosas imágenes y bibliografía para quien quiera profundizar en la materia.

Paco Basterretxea, con la máquina de su madre. LA ENCARTADA

La Encartada “visibiliza y socializa el papel de la mujer desde el principio y su labor representa un ejemplo a seguir”. La directora del museo encartado, Ainara Martínez Matía, ejerció de anfitriona durante el congreso, también en calidad de presidenta de la división estatal del Comité Internacional para la Conservación de la Herencia Industrial (conocido por sus siglas en inglés: TICCIH) “Desde la fundación del museo hemos reivindicado el papel de las mujeres, que fueron la mano de obra mayoritaria, y transmitido valores a las generaciones actuales”.

Fotografías

Destacó la contribución de la artista Linarejos Moreno para conectar con la juventud aprovechando el encuentro de patrimonio industrial. Retrató a alumnas de la ikastola en las salas de la antigua fábrica destinadas a la dirección en una imagen de fuerte carga simbólica frente a la “histórica ausencia de las mujeres” en las cúpulas de las empresas “y del valor económico del patrimonio, porque lo gestionaban los hombres”. En el marco del congreso, que “sacó a la luz esa realidad soterrada”, entregó a las estudiantes de Primaria “números pequeños que con un flash que congela movimientos se van multiplicando para reflejar el paso de una economía doméstica a la industrial” y su propio crecimiento. La sesión –que se prolongó “entre una y dos horas para que se sintieran cómodas en las estancias”– ha dado como resultado imágenes impresas sobre una arpillera de 3 metros que significa “esa transición desde la esfera económica privada a la pública” y podrá contemplarse en el museo hasta el 31 de diciembre.

“Mi madre y mi abuela no podían decir cifras muy largas porque estaban acostumbradas a manejar un número determinado de ceros”, en los ámbitos en los que les estaba permitido moverse a las mujeres confesó la artista. Con la obra busca transmitir la idea de que hijas y nietas puedan perforar esos techos de cristal.