El paso de la historia tiene en la fotografía una aliada sin igual. Buena prueba de ello es esta instantánea aérea de la vega del río Galindo tomada en 1959 en la que se observa cómo la extinta Babcock & Wilcox se hizo con sus pabellones dueña de buena parte de este espacio natural que anteriormente era sinónimo de campas, caminos rurales –con alguna casa salpicada– y las vías de Renfe con las estaciones de Galindo y Trapaga.

Precisamente al lado de esta última y en la parte inferior izquierda de la imagen se ve ya finalizado el edificio que acababa de terminar de construir la empresa General Eléctrica Española donde empezó a facturar motores industriales y máquinas de media y baja tensión. Un bloque industrial de bella arquitectura que en 1990 fue adquirido con el resto de instalaciones por el grupo sueco-helvético Asea Brown Boveri (ABB) para especializarse en la fabricación de material eléctrico de tracción ferroviaria, actividad que mantiene en la actualidad siendo una de las cuatro factorías que se dedican a esta labor en el mundo.

Siguiendo la mirada hacia arriba de la imagen, la actual calle de Las Delicias –entonces carretera– ya tenía tendida su traza y hoy pervive aún alguna de las casas que se ven en la foto. Por ejemplo, la de fachada blanca y tres alturas ubicada al lado de las actuales instalaciones de Repsol y su gran depósito que se encarama al otero donde se ubica el barrio de Elguero. Al otro lado de este histórico barrio de Trapagaran, un pequeño depósito de agua en altura, que permanece aún hoy, fue testigo junto a los vecinos más veteranos de cómo crecieron por debajo, mirando hacia Barakaldo, los grandes pabellones de la conocida popularmente como la Balco.

El monstruo industrial que dio trabajo a miles de personas autóctonas e inmigrantes, (más de 5.200 en sus mejores tiempos) para construir a lo largo de varias décadas locomotoras de vapor y diesel, calderas, tubos, turbinas hidráulicas o automotores eléctricos, entre otros ingenios. Incluso llegó a fabricar varios de los componentes de la que iba a ser la central nuclear de Lemoiz. Hoy toda esta zona está parcialmente desmantelada después de que en 2011 fuera liquidada la firma industrial tras dos décadas de declive continuado y de que los amigos de la chatarra arrasaran con todo lo que se pudieron llevar.

Quedan algunos restos como el pabellón ubicado al lado de la carretera y el pequeño edificio de oficinas colindante que en la actualidad acoge la sede del Fondo de Formación de Euskadi. Al otro de la vía se mantiene el alargado edificio blanco, actual sede de la firma Tubos Reunidos, uno de los pocos vestigios del anterior potencial industrial de esta vega.

Porque a la limón del desmantelamiento de las instalaciones de la Balco han crecido a lo largo de este siglo varios ejemplos del sector del comercio y la logística. En todas esas campas que en la imagen observan vacías, hoy prestan servicios gigantes de la distribución como Carrefour, Lidl, Cotsco u Obramat, todos con extensos estacionamientos colindantes. Tiendas de muebles, pequeños polígonos industriales, concesionarios de vehículos o la última apertura el pasado mes del centro multitienda Ibarcenter completan la oferta de servicios en la vega. Todos ellos rodeados de nuevos viales de acceso local y el corredor del Ballonti construido para dar acceso rápido al tráfico viario de la metrópoli.

Otros solares libres entonces, en la actualidad son ocupados por la planta depuradora de aguas de Galindo –a la izquierda de la fotografía– o el outlet de Megapark con Mercadona incorporado –justo a la derecha de la imagen– y del cementerio de Barakaldo. Un camposanto entonces exento, sin construcciones alrededor ya que la más cercana era la iglesia de San Vicente Mártir, que sigue ofreciendo oficios religiosos. Con los años, el crecimiento de Barakaldo rodeó el cementerio con viviendas e instalaciones deportivas, igual que el Grupo La Familiar que se amplió con el barrio de Beurko, todo hasta llegar hasta el cauce del Galindo, frontera natural con Sestao.

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