Aquellas inundaciones sembraron el caos en Bilbao dejando a su paso un reguero de lodo, muerte y destrucción. Desde entonces, se han llevado a cabo diferentes actuaciones para tratar de minimizar los daños que provocaría una riada similar hoy en día; las principales, el recauce de la ría a su paso por La Peña y la apertura del Canal de Deusto. Sin embargo, de repetirse aquel cúmulo de circunstancias que hicieron que la ría abandonara su cauce con una fuerza descomunal, los costes superarían los 644 millones de euros solo en la capital vizcaina. La principal obra que se planteó en su día para minimizar los daños, un gran túnel entre La Peña y Olabeaga que actuaría como aliviadero para retirar agua de la ría a su paso por el núcleo urbano de Bilbao, permitirían reducir ese impacto hasta los 425 millones.

Las inundaciones no son nuevas para Bilbao, precisamente por su emplazamiento junto a la ría. Se tiene constancia de ellas desde el siglo XIV –se han documentado casi medio centenar de inundaciones históricas desde 1403 y 2014– pero es a partir de las de 1983, las más catastróficas de su historia, cuando se toma conciencia de la importancia de adoptar medidas que atenúen sus consecuencias.

Ya en julio de 2010, tras las catastróficas inundaciones de la década de los 80, la Confederación Hidrográfica del Cantábrico analizó diferentes alternativas para minimizar su impacto. Se identificaron dos como las más efectivas y rentables. Por una parte, un gigantesco túnel de 12 metros de alto y 18 de ancho, subterráneo, que, a modo de by-pass, permitiera desviar el agua desde La Peña hasta Olabeaga, a lo largo de 3,2 kilómetros. El canal de alivio, que arrancaría justo en el meandro que forma la ría a la altura de Ibaieder y desembocaría bajo la playa de las vías de Renfe, funcionaría solo cuando se produzcan crecidas y podría evacuar hasta un millón de litros por segundo. Las obras se prolongarían 36 meses y tendrían que realizarse del tirón para ser efectivas.

Y, por otra, sustituir la actual barandilla metálica, que deja pasar el agua hacia el Casco Viejo cuando sube el nivel del agua, por un petril de un metro de altura entre Atxuri y el puente del Ayuntamiento, a lo largo de 1,8 kilómetros. Esta obra permitiría aumentar la capacidad del encauzamiento en esta margen, que está situada a una cota inferior a la izquierda, impidiendo que el agua entrara hacia las Siete Calles. Eso sí, conllevaría que el Casco Viejo perdiera la capacidad de drenaje hacia la ría, por lo que habría que construir dos estaciones de bombeo. La primera tendría un coste, calculado a 2018, de 9,2 millones de euros, 272,4 en el caso del by-pass. Había incluso una tercera alternativa: combinar ambas actuaciones. ¿Su coste total? 281,7 millones de euros.

Se han documentado casi medio centenar de inundaciones históricas desde 1403 y 2014 CEDIDA

La Agencia Vasca del Agua URA y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico actualizaron, en 2021, el Plan de Gestión del Riesgo de Inundación (PGRI) para la Ría de Bilbao. En el estudio, son claros al abogar por el by-pass como mejor alternativa a la hora de minimizar los daños por una inundación importante: “La actuación es viable desde el punto de vista técnico, económico, social y ambiental”, sentencia. Es una obra costosa, muy costosa, sí, pero el balance entre su coste y su beneficio también es importante: 147,8 millones de euros para el túnel, por los 8,6 del petril y 121,5 para la construcción de ambos. La alternativa más rentable es la primera, con un ratio beneficio/coste de 1,72 frente al 1,48 de la segunda. Sin embargo, la protección que aporta es suficiente para situaciones que se repiten con relativa frecuencia pero apenas son eficaces para inundaciones importantes. “Una medida como la propuesta en la alternativa 2 es la que realmente aportaría una protección real, reduciendo de forma significativa la inundación en el núcleo urbano”, se recoge en el estudio.

Reducción de daños

Y es que no hay que olvidar que dentro de las zonas potencialmente inundables se encuentran casi 60 puntos considerados de especial importancia, como colegios, museos, infraestructuras de ferrocarril, edificios de la administración pública, estaciones de bomberos o residencias de mayores. El estudio llega a cuantificar los daños que se producirían en caso de unas inundaciones, calculadas en base a su periodo de retorno, es decir, la probabilidad estadística de que ocurra un fenómeno de esas características. Una riada como la que ocurre, como media, cada diez años, dejaría en Bilbao, en la situación actual, desperfectos que ascenderían a 5,4 millones de euros. Solo con construir el murete, el impacto se reduciría a 1,4, a 427.555 euros con el túnel y a 356.651 con ambos.

¿Y con un fenómeno como el que vivió Bilbao en agosto de 1983? En su momento, las pérdidas se calcularon en un millón de euros; actualmente, con una crecida como aquella se perderían 644,4 millones de euros, teniendo en cuenta las actuaciones que se han llevado a cabo en las últimas décadas y que un fenómeno como ese ocurre, como media, cada 500 años. ¿Con el petril? 643,3 millones de euros; 425,2 con el by-pass y 436,8 con ambas.

La construcción de ese túnel con función de aliviadero, en caso de repetirse un fenómeno como el que arrasó la ciudad hace 40 años, permitiría reducir la población afectada de 31.763 a 25.000 habitantes. Los daños producidos en viviendas y comunidades de propietarios disminuirían en un 70,99%, en un 66,89% las que dejaría en vehículos, y en un 66,23% los que se registrarían en comercios y almacenes.