En un solo lugar se concentra “la historia de los conflictos civiles” estatales “de los últimos cien años”. “Uno de los ejemplos de campo de batalla mejor conservados de Euskadi y el norte de Burgos, con la suerte de que al ser poco conocido apenas se ha expoliado”. Gorka Martín, doctor en Arqueología de la Universidad del País Vasco, hace balance de la tercera y, de momento, última campaña de excavaciones en el entorno estratégico de Celadilla y Arbalitza que han sacado a la luz restos de la Guerra Civil y las Carlistas. Primaba el material del tercer enfrentamiento por el trono de España entre el hermano y la hija de Fernando VII (1872-1876), pero “también hemos hallado vestigios de la primera (1833-1839), lo que nos ofrece una perspectiva más global”. Incluso se reutilizaron trincheras, como expuso en una reciente charla en Balmaseda.
El grave incendio forestal del pasado octubre “tocó a toda esa zona del campo de batalla, así que decidimos organizar la campaña para tratar de, por un lado, aprovechar la circunstancia de que el fuego nos había quitado mucha vegetación, y, por otro, intentar minimizar los daños al eliminar árboles y plantar otros nuevos”. Los objetos hallados están “básicamente relacionados con el mundo militar: cartuchos, casquillos, balas, algunas piezas de artillería…”, si bien también han encontrado alguna moneda o botones.
Uno en concreto les resultó singularmente “curioso: data de 1871 y pertenecía a la Guardia Nacional, defendió la Comuna de París”. “No significa que lucharan aquí”, puntualiza, sino que “pensamos que los carlistas les compraron los uniformes cuando la comuna fue aniquilada”. De forma paradójica, “un uniforme que se había confeccionado para defender la experiencia más revolucionaria del siglo XIX lo acabó llevando alguien que es completamente contrario a esas ideas”.
En los primeros pasos de la intervención, Gorka Martín contaba hace dos años al dar a conocer las conclusiones de las primeras intervenciones de 2020 que La Celadilla y sus alrededores se convirtieron en escenario de “tres importantes batallas durante la Última Guerra Carlista y además era un punto importante en la llamada Línea del Berrón; es decir, la frontera occidental del territorio bajo dominio carlista que atravesaba Enkarterri de norte a sur, un trazado peligroso, difuso y permeable, que hacía del lugar “uno de los frentes más duros de la guerra”.
Los combatientes “debían vivir en caseríos del entorno, algunos serían oriundos de la zona”. Durante el día “harían guardias o se apostarían allí vigilando; es cierto que este tipo de operaciones se solían conocer con un mínimo de antelación porque implicaba un movimiento de tropas y logística y no pasaba desapercibido”.
En el Cerro del Castillo de Balmaseda sí existe constancia de un cuartel construido sobre 1936 para que las tropas se acantonaran allí excavado este mismo verano. La villa “atraviesa un momento dulce en lo que se refiere a su historia porque hay muchas iniciativas: Balmaseda 1937 con la Guerra Civil, el proyecto del Cerro del Castillo, lo que hemos hecho nosotros de la guerra carlista… Es un ambiente efervescente” en el que los conflictos carlistas no se habían estudiado tanto hasta la fecha “desde el punto de vista de la Arqueología, nosotros empezamos en Estella y al final hemos ido ampliando a otras zonas: Enkarterri o tres núcleos del Valle de Mena como Bortedo, Antuñano y El Berrón, área de frontera y paso estratégico”. Por tanto, continua fuente de hostilidades a lo largo de los siglos como Arbalitza y Celadilla.
Más adelante, “en la Guerra Civil la forma de combatir ya había cambiado completamente y la introducción de la aviación constituye el ejemplo más ilustrativo”, pero hay trincheras que se reciclan. De hecho, un documento menciona literalmente: “en la sierra de Arbalitza, en el cordal de La Celadilla han excavado trincheras, las carlistas reutilizadas”. La frase demuestra que “en la propia época ya eran conscientes de que estaban peleando sobre restos de antiguas guerras”.
En 2020 identificaron un foso semicircular en la cima del monte Arbalitza que al principio se catalogó como “un posible reducto carlista que constaba en la cartografía del bando contrario, es decir, del bando liberal”. Recuperaron “casi dos centenares de casquillos percutidos y guías de cargador de peine Máuser”, característicos de la Guerra Civil, pero también objetos propios de la Última Guerra Carlista como “casquillos 50-70”, “munición característica empleada por los carlistas”. No excavaron la estructura en ese primer momento, pero ya sospechaban que podían encontrarse ante un puesto de vigilancia antiaéreo. En agosto de 2021, profundizaron en el trabajo de campo para se ha excavado completamente este puesto de vigilancia de la Guerra Civil. “Enkarterri fue el último reducto de resistencia republicana en Euskadi frente a la ofensiva de Franco”, explicaba Xabier Herrero, investigador en Arqueología e Historia Contemporánea por la UPV al cargo de esta línea de trabajo paralela que confluyó con la de Gorka Martín mostrando la evolución del enclave. Tras la caída de Bilbao, los franquistas tomaron Balmaseda el 29 de junio de 1937, víspera de la reunión del ejecutivo del lehendakari Aguirre en Turtzioz. “En ese momento se formó un nuevo y efímero frente de guerra en la zona de Turtzioz, Artzentales y Lanestosa que aún aguantó el empuje sublevado hasta agosto de 1937.” La intervención sirvió la vida cotidiana en un emplazamiento de ese tipo durante la Guerra Civil. Los soldados habitaban una cabaña de piedra con un tejado presumiblemente hecho con madera y vegetación, no muy diferente de una chabola prehistórica, detallaron. La munición procedía sobre todo de Alemania, pero también “Checoslovaquia, el principal país suministrador de armamento al Ejército de Euzkadi”.
Gorka y sus compañeros afronta la fase de análisis del material recogido y la elaboración de mapas que ayuden a comprender la acción bélica en esos parajes. Además, “estaría bien señalizarlo, trazar alguna ruta, promocionar con carteles informativos…”. “Intentaremos también trabajar en esa dirección”, adelanta, con un agradecimiento al Gobierno vasco y la asociación Balmaseda 1937.