A mediados de los años 60 del pasado siglo, Indautxu era protagonista de un momento ecléctico, urbanísticamente hablando. Como muestra la foto aérea datada en 1965, los nuevos edificios de viviendas comunitarias comían con su modernidad el terreno a los viejos palacetes, casi todos de la familia Allende, construidos a principios de siglo con la segunda expansión del Ensanche. Eran bloques de viviendas de postín, varias de ellas incluso con doble puerta, una para el servicio doméstico y otra para los propietarios. Pero aún quedaban solares por construir. Como el que a partir de octubre de 1972 acogería el Hotel Ercilla tras demoler una vieja serrería, y la parcela donde se producía la legendaria lejía El Conejo, la cual dejó paso a un bloque de viviendas cuyos bajos acogieron las primeras galerías comerciales que conectaban dos calles, Ercilla con Licenciado Poza.

En la parte baja de la instantánea se ve cómo resisten varios inmuebles de bella factura arquitectónica, destacando edificio de la iglesia de El Carmen. Obra del arquitecto Leonardo Rucabado, este templo se inauguró en marzo de 1911 como capilla episcopal ascendiendo de categoría a la de parroquia en febrero de 1934. Fue el constante aumento de feligreses –se pasó de los 12.000 iniciales a 35.000 en 1956– el que dejó el viejo templo pequeño, por lo que se decidió construir uno nuevo con espacios complementarios añadidos para desarrollar distintas actividades pastorales. El 3 de junio de 1967 se colocó la primera piedra de la actual iglesia y el edificio esquinero que la rodea con los planos del arquitecto bilbaino Javier Ortega, siendo inaugurada el 16 de noviembre de 1968.

Flanqueando al viejo templo se observan otros dos edificios de época que con el paso de los años fueron sustituidos. Al lado derecho, el actual bloque de viviendas de 10 alturas de varias fachadas y con un zócalo para uso comercial ubicado entre las calles Simón Bolívar y Urrutia. Al lado izquierdo, la ampliación del colegio de El Carmen de Indautxu, inaugurado por la congregación de las Hermanas Carmelitas en marzo de 1937. Una recrecimiento que tuvo dos fases. En la imagen ya se ve el nuevo primer edificio, cuya construcción se inició en 1957 para lo que fue necesario derribar una villa denominada María Dolores. Mientras, restaba por acometer la segunda fase que requirió la demolición de Villa María, el que se ve en la imagen, logrando así la construcción actual.

En la esquina inferior derecha de la imagen se ve la techumbre del único palacete superviviente hoy en la esquina de las calles Aureliano Valle y Simón Bolívar. Fue finalizado en 1910 y es conocido como el Chalet Allende, en recuerdo de su promotor y primer propietario, Tomás Allende Alonso, uno de los hombres más ricos del Estado por sus inversiones en minas de hulla en León y de hierro en Bizkaia. El palacete ha ostentado varios nombres a lo largo de la historia. Tras Allende, se denominó Palacio Arróspide, al ser adquirido por el afamado doctor bilbaino; después Chalé del Rectorado, por ser sede de la incipiente Universidad del País Vasco, hasta llegar a la actualidad en la que la construcción, también obra del arquitecto Leonardo Rucabado, la ocupan viviendas de lujo y oficinas.

El otro elemento urbanístico que también ha mutado es la plaza de Indautxu. Data de 1927 este espacio con jardines, el cual ya estaba delimitado entonces por las trazadas calles Gregorio de la Revilla, Aretxabaleta y Alameda de Urquijo. Es en 1945 cuando entra en el callejero con el nombre actual y se convierte en espacio lúdico por antonomasia de la zona. El primer cambio sustancial se efectuó en 1978 al construirse un parking en el subsuelo al que acompañó unas galerías comerciales que aún sobreviven y fueron testigos tanto de la llegada de la boca del metro en 1995, como de la radical transformación de la superficie superior en 2005. Una plaza de modernidad controvertida que se apropió para los peatones las calles Aretxabaleta y Gregorio de la Revilla y que es la que disfrutamos en la actualidad.

Virado a sepia

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