Es muy probable que hace 2.000 años los caristios –el conjunto de tribus que habitaban Bizkaia antes de la llegada de Roma– también celebrasen de alguna manera la llegada del verano. Puede que, como los cientos de miles de vizcainos contemporáneos hicieron anoche, encendiesen sendas hogueras, en su caso, para dar la bienvenida al estío. Con la llegada del cristianismo, la nueva religión, en vez de desterrar el culto existente, lo resignificó. En ese momento la noche de San Juan comenzó a coger la forma con la que se la conoce hoy día.

Elucubraciones históricas aparte, ayer los 113 municipios que articulan Bizkaia se iluminaron con múltiples hogueras. En Bilbao fueron 17 los fuegos que se encendieron para dar la bienvenida al estío. Y es que, hoy en día, en un contexto marcado por la ausencia de fe, abrazar el verano y despedir la primavera es lo que motiva la celebración. Al menos, esto es lo que arrojan las conclusiones de la cantante eranditotarra Lova Lois: “Para mí es la fiesta que da inicio al verano”, concluye. La artista también cree que la noche tiene ver con la purificación; con deshacerse de lo malo y arrojarlo a las llamas. “En esa hoguera quemamos todas las malas energías, todo lo que nos pesa y nos dejamos llevar por el buen tiempo”, expone.

Luka Gerrikaetxebarria, en cambio, considera que la noche de San Juan, para los vizcainos más jóvenes; los que están en edad escolar, es sinónimo de vacaciones. “Para los chavales se cierra el curso y empieza el verano”, dice. Entre muchos de ellos es tradición quemar los apuntes que han cargado en sus mochilas durante todo el año en las hogueras que se prenden en sus pueblos, barrios y ciudades. De hecho, esto es lo que Aitor García acostumbraba a hacer todos los años. “Hasta que repetí tercero de la ESO –aclara el vecino de Bilbao–. Entonces dejé de hacerlo por lo que pudiera pasar”, reconoce, risueño.

Lo de deshacerse de los sinsabores del curso escolar a través de las llamas es una tradición con cierto arraigo en Bizkaia. Y es que algunas cosas permanecen a través de las décadas, pero otras han tenido que cambiar. En ocasiones, por imperativo legal. Una vecina de Portugalete relata cómo en su infancia la organización de la noche de San Juan estaba caracterizada por la autogestión. “Éramos nosotros quienes nos organizábamos”, asegura. Recogían, puerta a puerta, todo utensilio inútil que sobrase y ocupase espacio en las casas. “Lo hacíamos con mucha antelación”, subraya. Hoy día, no obstante, son los diferentes Ayuntamientos los que se encargan de esta tarea de gestión, a fin de evitar incidentes desafortunados.

Así, el de Bilbao acostumbra e emitir una serie de normas que todos y todas han de cumplir. Este año, por ejemplo, ha hecho especial hincapié en la necesidad de adoptar las precauciones necesarias para evitar riesgos innecesarios. Ha recordado “que está prohibido el uso de líquidos inflamables o explosivos para encender las hogueras, así como el empleo de materiales cuya combustión genere humos tóxicos”. El cuerpo de Bomberos de Bizkaia también estuvo especialmente alerta ayer por la noche, atento a cualquier señal de alarma. A modo de prevención, El Servicio de Prevención, Extinción de Incendios y Salvamento de la Diputación puso en circulación una campaña informativa con consejos recomendaciones básicas y pautas de seguridad “en la preparación de las hogueras, durante la quema y en el caso de sufrir una quemadura”.

San Juan ha cambiado en los últimos 2.000 años. Y mucho. Lo que no se ha perdido en la noche de los tiempos es el poder del fuego. l

En corto

  • Una fiesta milenaria. La noche de San Juan es una celebración que se pierde en la noche de los tiempos. Hay historiadores que la sitúan como una celebración pagana que se reformuló con la expansión del culto cristiano a partir del siglo III.
  • Autogestión vs regulación. Los y las vizcainas de más edad recuerdan cómo los propios barrios eran los organizadores de las sanjuanadas. Ahora, de esa tarea, a fin de prevenir incidencias, se encargan los Ayuntamientos. La autogestión ha dado paso a la regulación.