Centro Avanzado de Tratamiento de Agua Bilbao Bizkaia (CATABB). Es la denominación de las instalaciones que el Consorcio de Aguas quiere que se conviertan en punta de lanza de la investigación e innovación en todo lo que se refiere al tratamiento de agua urbana, no solo a nivel estatal, también europeo.
Para ello, tras su activación en diciembre del pasado año, ya está dando pasos de gigante con alianzas diversas de colaboración e iniciativas que cuentan con el apoyo de la Unión Europea. “En el CATABB perseguimos la colaboración abierta a entidades públicas y privadas, centros tecnológicos o universidades”, asegura Santos Paunero, responsable de la Unidad de Innovación del Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia (CABB).
Ubicado en las instalaciones de Etxebarri, el conglomerado de tuberías, depósitos, estructuras y válvulas en la intemperie, complementado por minilaboratorios ubicados a resguardo, sirvieron desde 2018 como planta piloto donde se analizó con 14.000 pruebas que el agua tomada del Nervión podía potabilizarse para ser consumida en caso de que una sequía pertinaz azote el territorio.
“Perseguimos colaborar con entidades públicas y privadas, centros tecnológicos y universidades”
Conseguido el objetivo inicial, ahora se han lanzado una labor de investigación articulada en diferentes líneas de trabajo. El proyecto principal actual, a punto de culminar y que ocupa tres cuartas partes de las instalaciones, se realiza con la UPV/EHU y el centro tecnológico Ceit-IK4.
Consiste en el control y eliminación de trihalometanos (THM) en las plantas de potabilización y las redes de distribución que va a permitir optimizar el tratamiento del agua. Paunero explica como “el agua siempre llega con materia orgánica, la cual para desinfectarla hay que aplicarle cloro, proceso en el que se crean estos THM”. Son unos compuestos, previstos y legislados, sobre los que ahora el Consorcio quiere determinar un modelo que prediga cómo se van a formar. “El objetivo es minimizar su presencia todo lo posible, es inevitable que se formen, pero hay formas de reducirlos”, dice Paunero a la vez que cifra su coste en 500.000 euros.
AL DETALLE
Contratada por 3 años. Hasta 2025, la UTE formada por la empresa de ingeniería STS y el Centro GAIKER es la responsable de la gestión de las instalaciones y la búsqueda de nuevos proyectos.
Potabilizadora. El centro, además de tener la innovación como objetivo, también puede potabilizar 10 m3 a la hora de agua en caso de que fuera necesario su uso extraordinaria.
Otro medio millón de euros se está invirtiendo en la iniciativa Emer Gen, un proyecto que se trabaja con otras áreas del Consorcio, la UPV/EHU, Gaiker y la empresa Cadagua. La intención es detectar y tratar para su eliminación los contaminantes de preocupación emergente, bacterias y genes resistentes a antibióticos. “En realidad siempre han estado ahí, lo que pasa es que es en valores tan pequeños que no había instrumentación adecuada para detectarlos y ahora sí”, detalla. En esa labor, el CATABB está siendo el banco de pruebas ideal para llevar luego a gran escala esas técnicas probadas a las potabilizadoras de Bizkaia.
Este proyecto además ha dado pie al Consorcio a proponer una línea de investigación en el programa Life de la Unión Europea, de uno de esos contaminantes, las sustancias perfluoroalquiladas o PFAS. “Estamos por debajo de los niveles que se exigen para agua tratada, pero queremos ir más allá y medirlos en el agua bruta”. Para ello, por un lado se quiere cotejar su presencia en modo continuo, “algo que ahora no existe” apostilla Paunero, y por otro lado, también eliminarlos posteriormente.
Presentar el CATABB a todo el sector del agua urbana en Europa fue la razón por la que el ente vizcaino acudió al congreso de la International Water Association en Copenhague celebrado en septiembre último. “También buscamos alianzas con otras entidades porque si trabajas con otros países tienes más éxito a la hora de recibir ayudas de la Unión Europea”, desvela el especialista.
Pero la planta no solo quiere trabajar con grandes empresas, también desea ayudar a pequeñas startups del sector y, por ejemplo, ha concluido con la firma Edosy, un proyecto donde ha probado un accesorio innovador de su fabricación para la dosificación de reactivos a aplicar en el agua.
“El centro tiene que servir de palanca para afianzar la innovación en el sector del agua urbana”
También a nivel interno, el CATABB asumió los experimentos para determinar qué carbón activo era el mejor para el proceso de potabilización que se lleva a cabo en Venta Alta. Paunero recuerda que “junto con un acuerdo la UPV, se les planteó a los adjudicatarios que aportaran dos carbones diferentes cuyo eficiencia ensayamos aquí antes de hacer la compra sin necesidad de obstaculizar el proceso de tratamiento en Venta Alta. Tener esta planta es un lujo”.
Tanto es así que Acciona Agua, una de las grandes firmas del sector de agua urbana, les ha propuesto de la mano de la empresa de tratamiento de aguas residuales de Murcia, firmar un convenio de colaboración para sumar un módulo más, construido por ellos, a las instalaciones de Etxebarri. El objetivo del proyecto a desarrollar en 2024 es diseñar una fórmula de medición de contaminantes emergentes tanto en agua potable como residuales tras ser tratadas. Una línea de investigación incluida en el programa Life de la Unión Europea de la que, cuando concluya con resultados, también se podrá beneficiar el CABB. El responsables del Consorcio indica que “aquí no hay compensación económica es colaboración con una empresa puntera de forma que ganemos las dos partes”. La intención del Consorcio es continuar con más proyectos innovadores de forma que el centro “sirva de palanca para afianzar la innovación en el sector del agua urbana”, finaliza Paunero.
UNIVERSITARIOS EN PRÁCTICAS
Convenio con la EHU/UPV. Desde que empezó su actividad el centro, estudiantes de Ingeniería Química han realizado prácticas en las instalaciones gracias al convenio firmado por el Consorcio de Aguas y el la EHU/UPV. Trabajos que se prolongan durante tres meses y que sirven a los universitarios para ampliar su curriculum.
Con un proyecto concreto. Las estudiantes, ya que hasta ahora la mayoría han sido mujeres, llegan con un trabajo concreto que tienen que realizar y que no se queda en una mera práctica. Tras finalizar su periodo de trabajo, el estudiante debe realizar una informe sobre su labor y los objetivos conseguidos que “además debe presentar ante un comité de expertos para que sepa comunicarlo”, indica Paunero.