José Antonio de la Quintana Laiseca conserva a sus 82 años un gran ánimo de espíritu que brilla especialmente cuando se habla de su Zierbena natal, de sus maquetas, primorosas reproducciones de las más diversas embarcaciones que a lo largo de los años le han permitido dar rienda suelta a su pasión infantil por la madera o sus cuadros de pequeño y mediano formato que reflejan de manera autodidacta, colorista e intensa una Zierbena que en muchos casos ya no existe o ha cambiado notablemente en lo físico y en lo humano.

Proyectista jubilado de los Altos Hornos de Vizcaya, a cuya escuela de aprendices ingresó en 1955, José Antonio trabajó con infinidad de planos –unidos a los que anteriormente le proporcionaba un hermano calderero en La Naval– lo que sin duda le sirvió para realizar algunas de sus maquetas y especialmente para diseñar y construir con en 1978 el gasolino Zierbena que ha sido adquirido por el Museo Marítimo de Bilbao para formar parte de su colección permanente como embarcación “singular”. Reflejada en la obra de consulta obligatoria sobre embarcaciones singulares del cantábrico oriental Madera y salitre, editado por el Foro Marítimo Vasco, la obra de Carlos Pueyo sirve de referencia para Itsasmuseum a la hora de incorporar nuevos fondos a su colección patrimonial.

Es como un hijo

“No veas la ilusión que me hizo que el Museo Marítimo se hiciera hace unos dos años cargo de este barco que es como un hijo para mí”, agradece José Antonio de la Quintana quien extiende su dicha al hecho de que este barco –actualmente en dique seco en una nave para que se seque bien– “no solo se va a exponer al público en invierno sino que además, ya que está en buenas condiciones de uso, podrá ser utilizado en verano para salidas programadas por el museo”. De esto este galipo construyó el gasolino “antes de que empezaran las obras del superpuerto y lo usábamos mucho para ir a la playa de La Arena bordeando Punta Lucero. Luego ya con el espigón la cosa era bastante más complicada”, resalta este zierbenato que tanto cariño puso en la construcción del Zierbena donde la madera es la gran protagonista como cuando de niño usaba su navaja para hacerse juguetes.

“Antes no había los juguetes que hay hoy porque hoy tengo unos nietillos y tienen de todo. Cuando aquello pues te entretenías con cualquier palo y te hacías tus propios juguetes Yo tenía una navaja y siempre andaba con ella y... palo que encontraba, –que tampoco había tantos tirados como hoy que encuentras madera por todas partes pero hay que pagarlas y el dinero no está fácil–, algo que construía. Hoy día tengo un basurero que me deja en un costado de casa algunas cajas de la fruta y las miro porque muchas tienen tablitas de un milímetro que las puedo aprovechar. Siempre me ha gustado y era lo que había”, relata este aitite que recuerda con cariño las visitas que hacía de niño con su madre a la Feria de Muestras de Bilbao. “Me solía llevar a los stands de La Naval y de Euskalduna donde exponían las maquetas de los barcos que fabricaban”, reseña este impenitente constructor de la historia marinera.