Las apuestas siguen abiertas porque el partido no ha terminado. Eso sí, en las quinielas ya se adivina quién tiene todas las de perder. La huella de la todopoderosa crisis climática también se presagia en Bizkaia. Los arenales serán los grandes damnificados. Al menos donde los daños serán más visibles. Y hay 28 playas que suman más de 150 kilómetros de costa que, dentro de unas décadas, podrían quedar expuestas a una subida del nivel del mar de unos 26 centímetros -en el escenario más favorable- y a episodios meteorológicos adversos de mayor intensidad y frecuencia.

Para ese 2050 podría haber una pérdida de superficie de playa cercana al 18% en el conjunto de la costa cantábrica. Las habrá que salgan peor paradas debido a su localización, forma y composición. Bakio por ejemplo, podría “tener problemas” en su espacio de playa seca -donde no llega la marea-. Cada vez habrá menos. Hasta un 30% menos. Lekeitio y Ea son otras dos localidades cuyos arenales se enfrentan a un declive paulatino. Así queda reflejado en el documento de trabajo del Plan Territorial Sectorial (PTS) para el litoral que, si todo va bien, podría estar aprobado para el verano de 2023.

“Hay datos que nos tienen que preocupar, pero no alarmar”, señalaba durante su presentación Miguel de los Toyos, viceconsejero de Planificación Territorial y Agenda Urbana. La reflexión ya está sobre la mesa de las instituciones. Y solo en Bizkaia hay 44 localidades incluidas en ese marco normativo que actualizará las medidas de adaptación y mitigación para ajustarse a los impactos de la crisis climática en la línea de costa -principalmente los derivados del incremento del nivel del mar y la fuerza de oleaje- y más al interior -por los riesgos de inundación- que se agravarán a consecuencia de la alteración de los patrones climáticos.

Porque Bizkaia tampoco se salva en esa categoría. En el documento que espera a recibir aprobación oficial ya se deja constancia de todos esos problemas de desbordamientos que recurrentemente afectan a distintos lugares. Y no solo es la famosa curva de Elorrieta en Bilbao. Está Zorrotza, por ejemplo, donde se registró hace no mucho un episodio extraordinario. Y otras localidades como Getxo, Erandio o Trapagaran también aparecen en ese listado. Este último municipio, las pérdidas económicas -y humanas, si ocurriera una catástrofe- son evidentes en los polígonos Elguera, Nestas y Causo cada vez que el río Granada corre poderoso junto a las instalaciones levantadas donde antes descansaban unas marismas desecadas por el ser humano.

Urdaibai, en el punto de mira

Y en el futuro, si nada lo remedia, la joya de la corona de la biodiversidad en Bizkaia soportará un proceso de desaparición similar debido precisamente a la crisis climática desencadenada por la acción humana. La mitad de Urdaibai, por ejemplo, respira hoy en día bajo la amenaza de la subida del mar. La hipótesis más favorable plantea que de sus 240 hectáreas de superficie alrededor de 50 se puedan haber perdido para siempre a mediados de siglo. Y no es el único ecosistema húmedo en peligro en suelo vizcaino. Pobeña, Txipios, Gazteluondo, Junkera, Txakurzulu, Loibekua, Marierrota y Arrabeta-Goitiz son algunas de las otras barreras naturales contra el cambio climático que también tendrán que resistir a los mordiscos que año a año, está pegando el mar. También los puertos y dársenas se verán afectadas, lo mismo que las dunas.

“Los arenales son parte de los sistemas que reducen la energía del mar y que a su vez, siendo sistemas vivos, permiten una mayor resiliencia frente a los diferentes impactos. Los puertos tienen su propio sistema de protección mediante bloques y estos puertos a menudo sirven a su vez de protección a la zona urbana que los acompañan. Es evidente que a medida que vayamos teniendo mayores impactos vamos a tener que incrementar las medidas de protección para el litoral. En la situación actual, considerando que de aquí a 2050 el aumento de impacto va a ser medio, y que a final de siglo tendremos varios escenarios de mayor impacto lo fundamental es no aumentar el riesgo costero creando nuevas infraestructuras que impidan la adaptación de nuestra costa”, aconsejaba Gorka Castillo, técnico del Área de Acción Climática de Ihobe.