El Ayuntamiento de Galdakao ha propuesto la construcción de un columbario y un Espacio de Memoria en el municipio para dignificar los restos de las personas que lucharon en la Guerra Civil de 1936 a favor de la democracia, la libertad y la justicia social tras el golpe fascista. En una carta remitida a la presidenta de Gogora, Aintzane Ezenarro, el Consistorio local defiende la iniciativa junto a una memoria sobre el proyecto y una propuesta de ubicación para este recinto: la zona de Elexalde, en las inmediaciones del cementerio.

El simbolismo y la situación geográfica del municipio cumple, a juicio del Ayuntamiento, “las condiciones necesarias para llevar a cabo la iniciativa”, puesto que, por un lado “forma parte del Cinturón de Hierro” y, además, también es evidente “su cercanía a otros pueblos que también fueron escenarios relevantes durante la guerra: Gamiz-Fika, Lemoa, Larrabetzu...”, enumera en el informe que justifica su petición a Gogora. De ser aceptada la propuesta, el Ayuntamiento de Galdakao se compromete a llevar a cabo este proyecto junto con “las familias de gudaris, milicianos y víctimas civiles, asociaciones memorialistas, partidos, sindicatos y fundaciones históricas y otras instituciones a través de un proceso participativo”.

La petición de construcción de un columbario y un espacio que dignifique a víctimas y represaliados del franquismo en el municipio coincide con un momento clave y muy importante en el proceso iniciado ya hace años para la recuperación de la memoria histórica de la localidad. Tras muchas gestiones, está previsto que los restos del miliciano galdakoztarra Pedro Asúa sean trasladados, después de verano, desde Jaca (Huesca) gracias a las labores de exhumación e identificación realizadas por el equipo de Paco Etxebarria y Lourdes Herrasti.

Natural de Galdakao, Asúa se alistó al inicio de la Guerra Civil como voluntario en el batallón Zabalbide, de la Izquierda Republicana. Sin embargo, en junio de 1937, tras la caída de Bilbao, fue hecho prisionero y destinado al Batallón de Trabajadores nº 15 de la cuarta compañía, en el parque de bomberos de Jaca y tras un juicio celebrado la tarde del 6 de febrero de 1938, resultó condenado a muerte por un tribunal militar y fue fusilado a la mañana siguiente. Tenía solo 21 años y todos los indicios apuntan a que su cuerpo fue depositado, sin nombre, en una fosa común existente en una de las esquinas del antiguo cementerio de Jaca. Y el deseo de la familia es que sus restos descansen en su localidad natal.