AVIER Díaz lo auguró: "Volveremos a vernos, Balmaseda", trasladó a través de las páginas de DEIA en la fecha de mayo de 2020 reservada para el mercado medieval que nunca se llevó a cabo por culpa del coronavirus. Desde su casa de Ávila y todavía en pleno confinamiento no dudó de que con el tiempo se podría "domar" la emergencia sanitaria y que la pandemia no mataría este tipo de ferias. Cumpliendo su promesa tres años después en el mismo sitio que habitualmente ocupa en la plaza de San Severino, el escultor empleará el fin de semana para reproducir el rostro de la pintora de la villa Mari Da pena en parte del tronco de un pino. Dará forma a un personaje local ilustre como siempre, como si nada hubiese ocurrido, pero las restricciones le han llevado al límite, a él y a los artesanos de los alrededor de 200 puestos del mercado que ayer celebraron el regreso de una relativa normalidad.

"Estoy encantado, ojalá no nos secuestren en casa nunca más", comentaba sin dejar de trabajar en el encargo que "para mí, representa un honor". Cuando se decretó el estado de alarma, se vio privado de su medio de vida y "en esas circunstancias, los que carecemos de colchón económico sufrimos muchísimo. He vivido momentos duros, había que trabajar y me enfrenté a la Guardia Civil porque no me dejaban salir de casa". El ansiado reencuentro con Balmaseda tampoco le ha resultado fácil porque "los precios se disparan y la gasolina también cuesta dinero". A pesar de las adversidades, "el ambiente tan bonito que se genera aquí, compartir lo que hago con la gente, enseñar lo que se puede crear solo con las manos", le compensa. "Necesitamos comida, calor y amor; lo demás representa solo entretenimiento", aseguraba.

De las tres cosas sobraba el sábado. Marina y Lourdes recorren la península instalando su puesto de crepes en mercados medievales. "Nos convertimos en los primeros en parar y los últimos en empezar. Se organizaban cabalgatas de Reyes Magos y mercadillos semanales y nosotras no pudimos movernos durante más de un año", denunciaron. Afortunadamente, están regresando a Puebla de Sanabria, Ávila, Palencia o Balmaseda, que "es de los mejores; normalmente se vende mejor en ciudades grandes excepto aquí. Funciona muy bien y qué mejor prueba que realizamos un viaje tan largo solo para dos días".

Italo Da Silva coincidía con sus compañeros en que "lo hemos pasado fatal" con el parón, que en su caso se prolongó hasta "junio de 2021". Rascó "de la hucha hasta que tuve que buscar otro empleo" porque el panorama de incertidumbre no le garantizaba poder retomar su negocio. Los peores augurios no se han cumplido y ayer se plantó en Balmaseda con "800 kilos de carne" para servir a las personas que se sentarán a comer y cenar a lo largo del fin de semana con vistas al río y el Puente Viejo en la taberna provisional situada enfrente del palacio Horkasitas. Un emplazamiento "precioso" que se presta a variados tipos de menú: "más contundente a mediodía y ligero con bocadillos por la noche".

El grupo folk gallego Acibreira no ha faltado "en las 22 ediciones del mercado medieval, así que lo echábamos en falta". Tras el pregón que dio inicio al intenso programa de espectáculos, exposiciones, pirotecnia y visitas guiadas sobre la historia de Balmaseda entre otras actividades, desfilaron por el casco histórico contagiando de la alegría reflejada también en los vivos colores de estandartes y pendones que adornan los edificios. Les parece "triste" que a la música se le haya considerado lo más prescindible en esta crisis. Y es que "en 2022 aún estamos empezando a restablecernos" del golpe de las suspensiones de conciertos y eventos, y los límites de aforo. Tanto que "ha habido que buscarse la vida".

David Municio recurrió a los ahorros "el primer año" y después intentó reciclarse en el mercado laboral porque no participó en una feria "hasta noviembre de 2021". Antes residente en Karrantza, "el macramé me genera la fuente de ingresos más importante" respetando un proceso tradicional en hilado y curtido en su casa de San Felices de Buelna, Cantabria.

Representación popular

Desde su puesto cerca de la iglesia de San Severino escuchó la representación popular a cargo de cientos de personas, con los orígenes del txakoli en Balmaseda como hilo conductor. Una tromba de agua sorprendió a primera hora de la tarde en un centro histórico "más abarrotado que nunca", según el jefe de Protección Civil, Enrique Pastor. l

l En familia. Izaro, de cuatro meses, se estrenó en el mercado medieval de su municipio con su hermano Lier; su ama, Eider, y su aita, Rubén. A la pequeña no le faltaba ni el atuendo de época, confeccionado especialmente para ella.

l En cuadrilla. Guerlinde, Alba, Dorleta e Irene pidieron que les guardaran sus teléfonos móviles mientras les sacaban la fotografía. No casarían con el medievo. "Queremos estar en la calle todo el día, hasta que se pueda", prometieron.

l De turismo. La cuadrilla formada por Iñaki, Estíbaliz, Ainhoa, Roger, Joserra e Irina se desplazó desde Bilbao, con mascota incluida, "pronto para poder ver cosas antes de que haya más gente en las calles".

l Servicio ferroviario. El servicio ferroviario a Balmaseda, que había sido reforzado para dar respuesta a las miles de personas que acuden al mercado medieval, sufrió una incidencia que obligó a a suspender el tráfico de trenes entre esta localidad y Zalla, por la caída de una caternaria. Para trasladar a los viajeros, Renfe dispuso autobuses entre ambas localidades que realizaban paradas intermedias.