La mujer que denunció recientemente haber sido agredida por unos jóvenes migrantes en Gasteiz podría ser sancionada por simulación de delito de confirmarse las sospechas de la Ertzaintza, que no encontró durante su investigación “ningún rastro” que confirmara dicho ataque. No sería el único caso en el que la supuesta víctima terminara sentándose en el banquillo de los acusados, si bien las estadísticas reflejan una reducción drástica de este tipo de infracciones en la CAV, donde hasta el pasado mes de septiembre se habían contabilizado apenas medio centenar frente a las 242 de 2017. En el territorio de Bizkaia, que acapara la mayoría de estos delitos, el descenso ha sido igual de notable. De hecho, hace cinco años la Ertzaintza tuvo conocimiento de 190 casos, mientras que en los tres primeros trimestres del presente ejercicio no llegan a 40.

La influencia de la pandemia, con sus confinamientos y toques de queda, parece obvia. De 2019 a 2020 la cifra de delitos simulados en Bizkaia se redujo casi a la mitad, pasando de 113 a 63. Pero, coronavirus aparte, cabe preguntarse si hay alguna otra causa que explique este descenso. “Es difícil aventurar las razones, ya que se trata de un fenómeno complejo que depende en ocasiones de variables psicológicas. Probablemente exista una mayor concienciación de las consecuencias penales que conlleva simular un delito”, considera César San Juan, profesor de Psicología criminal de la UPV/EHU.

Hacerse pasar por la víctima de un robo o una agresión que no han tenido lugar tiene importantes repercusiones. “La simulación de delitos tiene dos consecuencias inmediatas. En primer lugar, puede generar una cierta alarma social que se denuncien delitos que no han tenido lugar. Por otra parte, no es irrelevante que constituye una pérdida de tiempo y recursos para la Policía, que inicia las correspondientes diligencias de investigación inútilmente. Así que, sea como fuere, es una buena noticia esa tendencia a la baja”, valora.

Las motivaciones por las que una persona puede cometer este tipo de infracciones, avanza este experto, “son muy variadas, de muy diversa naturaleza y responden a perfiles muy diversos”. No obstante, “la mayor parte de las simulaciones de delito están relacionadas con el cobro de indemnizaciones o coberturas de compañías de seguros”, apunta y pone un par de ejemplos para dejar constancia de que el abanico es amplio. “La casuística es muy diversa y, por decirlo así, con diferentes niveles de perversión. Se puede denunciar un supuesto robo en tu propia empresa de una determinada cantidad de material informático, previamente asegurado, con un flagrante ánimo de lucro o también un menor puede denunciar el robo de su smartphone, que realmente ha perdido, para eludir una reprimenda de sus padres. En fin, como podemos ver, hay grados”, explica.

Seis denuncias falsas en la CAV

En comparación con los casos de simulación de delito, las denuncias falsas son residuales, habiéndose registrado solo seis hasta septiembre de este año en la CAV, según los datos facilitados por la Ertzaintza. En lo que respecta a Bizkaia, a falta del último trimestre, se han contabilizado cinco, cuatro menos que en 2017.

Pese a que ambas infracciones suelen dar lugar a equívoco, las diferencias son sustanciales. De hecho, la denuncia falsa, si el delito imputado a la otra persona es grave, puede conllevar pena de hasta dos años de prisión, mientras que en la simulación de delito la sanción es económica. “Cuando una persona denuncia haber sido víctima de un delito que no ha existido y esta denuncia provoca que se investiguen unos hechos que no han tenido lugar nos encontramos ante una simulación. En el caso de la denuncia falsa, además de no haber existido los hechos, se incrimina a otra persona concreta con la perversa intención de promover acciones penales contra ella y perjudicarla”, explica San Juan.

En el delito de simulación, prosigue, “al no existir una persona concreta perjudicada, las penas son más leves y es decisión de la fiscalía actuar contra quien comete este delito. En la denuncia falsa sí hay una víctima, la persona denunciada falsamente, y al ejercer ésta su defensa, si consigue demostrar la inexistencia de los hechos que se juzgan, las penas son más duras”.