Se ha hecho esperar, pero ya está aquí. Mes y medio después, los bares y restaurantes abrieron el martes sus puertas a clientes y comensales forasteros. Desde que el 25 de enero se restringieran las entradas y salidas de los municipios, el sector hostelero ha tenido que subsistir con el público local. Y eso cuando los parroquianos han podido hacerlo, porque la alta incidencia del virus ha mantenido abajo las persianas de muchos establecimientos hasta que el fallo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) allanó el camino para recuperar parte de la actividad, el 9 de febrero.

Una medida que para numerosos negocios fue una tabla de salvación -una de las últimas que quedan- a la que agarrarse y que ahora se ha visto intensificada con la recuperación de la libre movilidad en el conjunto de los tres Territorios Históricos. De hecho, los libros de reservas de la mayoría de los restaurantes consultados por este periódico ya empiezan a llenarse para el fin de semana con nombres y números de teléfono.

Ahí está el ejemplo de La Taska de Isozaki, uno de esos fijos en la quiniela de toda persona amante de la buena mesa. Cualquier otro martes de cierre municipal completaban unos diez servicios y hoy, sin embargo, tenían el comedor al completo: 25 plazas. "Desde hoy ya tenemos reservado bastante. Los clientes habituales de fuera de Bilbao nos están llamando para reservar. No habían podido hasta ahora y lo estamos notando", enfatizaba Héctor Velasco. Entre esa clientela fiel, sus parroquianos de Balmaseda; o los de su socio, Rodrigo Rotela, vecino de Getxo.

Y no es el único restaurante que está volviendo a sentir el calor de los fogones. En el Víctor Montes, en el corazón de la Plaza Nueva, ya tienen reservas hechas para Semana Santa. Días antes de ese periodo festivo señalado en el calendario está previsto que el LABI revise las medidas en vigor y las ajuste a la situación epidemiológica del momento. "La gente se está adelantando porque igual no se van a ir más lejos y ya han decidido quedarse aquí..." relata Alina Prostakishyna. En la barra y en las mesas de este local "no hay color" desde que la pandemia obligó a cortar lazos con otros lugares. Y no se refiere exclusivamente al turista extranjero. "No hay tanto bilbaino para tanto bar", resume Prostakishyna. Este local, desde la última reapertura solo abre viernes, sábado y domingo. Eso sí, como subrayaba, "son días que se trabaja".

LOS AFOROS

En esas anda Jorge Romero, del Toma y Daka, negocio localizado también en ese emblemático emplazamiento del botxo. Exprimen al máximo sus jornadas, entre las doce del mediodía y las ocho de la tarde. Lo hacen con la plantilla ajustada a las circunstancias marcadas por la crisis sanitaria, social y económica. "Estamos trabajando bien los fines de semana, sobre todo los sábados", apostillaba en declaraciones a DEIA. Este último cierre perimetral de la capital vizcaina hizo daño en el sector, ya tocado durante todo este último año por los efectos colaterales desparramados a diestro y siniestro por la pandemia.

Algunos como el Amarena, en pleno Casco Viejo bilbaino, han asistido a esta nueva etapa con inquietud. "Ni fú ni fá", telegrafiaba Jaime. La recuperación de la movilidad -y del consumo asociado al turismo interno- todavía no había llegado a su local al mediodía. "Hay gente que pregunta, pero no esa afluencia de gente que viene y reserva... Ojalá que haya algo para el fin de semana porque si no, mecagüenlamar....".

La pega que todos comparten tiene que ver con los aforos limitados en el interior de los locales al 50%, que interceptan y ralentizan la recuperación de la actividad que todos confían en hacer realidad lo más pronto posible.Y mientras la hostelería respira de este modo a ras de suelo, en las alturas, en Artxanda, las cosas son bien parecidas. Los comedores del popular Txakoli Simón han tenido una buena ocupación -entre semana y los fines de semana- durante esta cuarentena perimetral gracias a la clientela local y colindante. Sus trabajadores ya están esperando la llegada del buen tiempo para poder sacar provecho a los espacios al aire libre del local. "Entonces sí que notaremos de verdad que se ha recuperado la movilidad", apuntaban.