Gesca, la plataforma que agrupa a las empresas gestoras de centros asistenciales, ha ofrecido su "relato" de todo cuanto ha ocurrido en las residencias privadas existentes en Bizkaia durante todos estos meses de crisis sanitaria, social y económica.

Las cosas no han sido nada fáciles ("hemos tenido verdaderas crisis", reconocía Carlos del Campo, presidente de esta asociación empresarial) pero el proceso de vacunación abierto perfila ya un horizonte de esperanza.

No obstante, el impacto de la pandemia en las residencias vascas (públicas o privadas) ha trascendido casi a diario y algunas voces han puesto en cuestión el modelo asistencial y de cuidados que son prestados en estos centros.

REPUTACIÓN DE LAS RESIDENCIAS

El "daño en la reputación", apostillaba Del campo, de estos centros ya está hecho. A su entender, las interpretaciones muchas veces precipitadas de los hechos han llevado a dudar incluso de la profesionalidad del personal trabajador de estas residencias.

"Se ha dicho que los 'fondos buitre' son quienes controlan nuestra actividad y se nos ha acusado priorizar las cuentas de resultados frente a la salud de las personas que viven y trabajan en nuestros centros", lamentaba Del Campo.

A pesar de la tensión que siguen viviendo en el sector de las residencias, desde Gesca insisten en que lo más urgente sigue siendo el reto sanitario, reforzando las medidas fundamentales de seguridad sanitaria para tratar de contener la entrada y posterior propagación del coronavirus.

Una circunstancia de la que ningún centro está libre porque, como expresaba Santiago Canales (vicepresidente de Gesca) "las residencias son espacios de convivencia".

En este sentido, los portavoces de la asociación empresarial de gestores de centros asistenciales de Bizkaia, quisieron poner los puntos sobre las íes y desmentir que la tasa de mortandad en la red privada esté siendo mucho mayor que en la pública.

CORONAVIRUS EN LAS RESIDENCIAS

"El virus ha entrado en las residencias por la puerta y en aquellas zonas en las que la prevalencia de la enfermedad era más alta, el impacto en los centros ha sido mucho mayor", describía por su parte Aitor Pérez Artetxe, en nombre de Gesca.

De hecho, los centros de gestión pública han tenido las mismas dificultades que los de gestión privada: falta de equipamientos y eacasez de personal cualificado, principalmente. Con el tiempo se han ido corrigiendo esos defectos y, de paso, implantando protocolos específicos para responder a la pandemia.

Las burbujas sociales de la calle han sido sustituidas por 'unidades convivenciales' en el interior de las residencias, con grupos de reducidos de usuarios para reunirse, moverse, participar en actividades,...

En los habituales desplazamientos a ambulatorios y hospitales también se han hecho extremado todas las medidas de seguridad. Por eso mismo, la entrada y posterior transmisión del patógeno en las residencias sigue siendo provocando tantas y tantas opiniones.

Las características de las personas atendidas (edad avanzada, dependientes, polimedicadas y con deterioro congnitivo,...) serían uno de los puntos débiles del sistema. En muchos casos, se les olvida ponerse la mascarilla o simplemente no es recomendable que la lleven; además, es casi imposible respetar la distancia de seguridad para poder atender a esas personas que no pueden moverse,...

También el carácter comunitario y abierto a la sociedad de las residencias podría estar detrás de los focos y brotes detectados en las residencias; también los traslados a los hospitales para curas y tratamientos especiales; también que algunos profesionales deben atender a varias unidades o módulos convivenciales,...

"Hay fallas por el perfil de las personas con las que trabajamos y sabemos que es difícil. Es imposible mantener una disciplina", describía Canales durante la presentación del informe 'El impacto de la pandemia en el sector residencial; aprendiendo de lo vivido para construir un futuro mejor para las personas dependientes'.

El documento detalla el perfil tipo de usuario de residencia en Bizkaia: su edad media supera los 86 años, tienen grados II y III de dependencia y son enfermos crónicos en su gran mayoría; asimismo, más del 65% tiene algún tipo de deterioro cognitivo.

"Tenemos que conseguir, incluso en estos momentos, que haya cierta convivencia. Las visitas con una mampara, a un metro y pico... ¿Qué visita es esta a una madre o a un padre por parte de un hijo? Lo dice el protocolo, pero la vida no es así", subrayaba Canales.

En relación a los brotes masivos que recientemente se han producido en algunas residencias de Bizkaia, el presidente de GESCA, Carlos del Campo, incidía en que "los contagios se producen porque el virus traspasa las medidas que le ponemos para evitar que se produzca".

"No hay que victimizar ni hay que acusar a nadie. Tenemos que entender que son cosas que van a suceder, y tenemos que entenderlas como normales. Si entramos en una deriva de pretender que haya cero contagios para que nuestro trabajo esté bien hecho, estamos muertos de salida", zanjaba.

"No está siendo fácil nuestro trabajo. Y no han ayudado las afirmaciones y comentarios que se han vertido sobre lo que estaba ocurriendo en los centros y el trabajo que se está realizando, que no se han ajustado a la realidad", expresaba Del Campo.

Cierto es que la cifra de personas fallecidas por Covid-19 está siendo especialmente elevado en las residencias, pero a juicio de los responsables de Gesca "se ha generado una alarma social" con el recuento público, casi diario, de decesos.

"Lo que sí se sabe, a la vista de los datos de Osakidetza, es que la tasa de supervivencia de las personas mayores infectadas que viven en residencias ha sido muy superior a la de las personas mayores que vivían en su hogar", redondeaba Pérez de Artetxe.