Patrona del Museo de la Minería del País Vasco y exprofesora en Gallarta, Portugalete, Santurtzi o el campo de Cartagena, Ameli Ortiz, reparte su siempre escaso tiempo entre el museo que lucha por preservar y transmitir el legado minero y su espíritu solidario ayudando a varios inmigrantes instalados en la localidad. Apasionada del mundo educativo defiende que hoy día para ejercer el magisterio sigue siendo necesaria la vocación.

¿Hay algún rasgo que le parezca distintivo de la enseñanza en Meatzaldea?

-Hoy día tal vez no sea tan evidente pero si miramos hacia atrás, hacia nuestro pasado minero yo creo que destaca el afán de las familias porque sus hijos estudiaran ya que la situación de pobreza y del duro trabajo que suponía la minería hacía que muchos padres soñaran con que sus hijos no tuvieran que vivirlo y para ello la única salida era la educación.

Sobre todo pensando en niños que trabajaban como pinches hasta poder entrar en el tajo.

-Los niños y las niñas. El absentismo en las escuelas era producto de una situación sobrevenida por las duras condiciones de vida y a que si los niños ayudaban en la huerta o con el ganado o eran pinches, las niñas eran las encargadas de llevar la comida a sus padres a la mina o la cantera y muchas veces se encargaban del cuidado de sus hermanos pequeños. Iban a clase cuando podían.

Difícil papeleta para los menores.

-A ello hay que sumarle que la mayoría de las escuelas que se abrían lo hacían en núcleos importantes de población por lo que los hijos de mineros de pequeños enclaves tenían que recorrer largas distancias para ir a clase y muchas veces con medios precarios.

¿A que se refiere?

-Hay memorias de las antiguas maestras que son desgarradoras. En algunas se puede leer cómo pedían al ayuntamiento piezas de tela para poder hacer vestidos porque algunas niñas iban con harapos. Eso impacta.

Vaya panorama.

-Cierto que en los años 20 las escuelas de barriada forales supusieron un avance al acercar la educación a núcleos pequeños, fomentando una educación más participativa y humanizada. Y sin duda con un gran avance con la creación de comedores escolares.