La hostelería es uno de los sectores que más nota los golpes económicos que asesta la crisis del coronavirus. Persianas bajadas en el confinamiento; luego, restricciones en sus instalaciones; después, nuevas medidas que les condicionan… Y a ello, se añaden cuestiones como quedarse sin momentos de frenesí para el negocio como las fiestas patronales. Plentzia, por ejemplo, acabaría de celebrar hace nada Sanantolines. “No tener fiestas se ha notado muchísimo”, lamenta Estibaliz Joyera, la responsable de Taberna Plentzia, en el entorno del puerto. Ella e Inma Allende, gerente del Hotel Boutique Bahía de Plentzia, resumen cómo están viviendo la situación en estos tiempos tan complejos.“Estos días que habrían sido las fiestas no hemos dado ninguna comida, cuando teníamos siempre completas las comidas y las cenas. Este año, nada de nada”, comenta Joyera. Es un revés más en esta época de adversidades y con una temporada estival atípica. “El verano ha ido al 50%. Entre semana, hemos trabajado muy poco y los fines de semana, bien”, añade la hostelera. El panorama ha resultado más positivo para el hotel que está junto al Astillero. “Abrimos el 29 de mayo, y desde entonces muy bien; la gente se volcó viniendo a Plentzia tanto junio como julio. Vinieron desde Bilbao, Basauri, Bermeo… y luego empezó gente de empresas, después de vacaciones, pero de España. Algún francés se ha acercado y también holandés, pero muy pocos. Así que junio fue genial, como un tiro: tanto en habitaciones, como en celebraciones y pequeñas bodas. Ahora en septiembre tenemos pequeñas bodas también, comuniones, bodas de oro… Hay cosas cerradas”, desvela Allende. Sin embargo, esta buena inercia después del confinamiento sufrió un parón en agosto, según indica la gerente. “Me ha perjudicado el corte de la calle Erribera los viernes, sábados y domingos. Los que acuden al hotel se quejan porque deben dar toda la vuelta al pueblo y no está señalizado. Y el restaurante, hemos notado que ha bajado a la mitad en el mes de agosto. Me ha perjudicado el cambio; ni el covid me ha afectado tanto. Entre semana todo muy bien, pero llega el fin de semana y baja el número de gente. Venir hasta aquí no es lo mismo y lo estamos notando mucho”, asegura Allende. Y es que el Ayuntamiento decidió cerrar al tráfico rodado esta calle de manera temporal desde el pasado 24 de julio para “favorecer que se mantenga el distanciamiento físico recomendado” para evitar contagios de covid-19. “Creo que es una medida que no viene bien al sector, si vamos cerrando todos y queda una calle fantasma. ¿Para qué sirve?”, reflexiona la responsable del hotel.

Incertidumbre

Para estas dos mujeres, cuesta hacer un pronóstico sobre cómo serán los últimos meses del año. “Octubre y noviembre son ya una incógnita”, apunta Allende. “Yo no me siento muy optimista. Está reportando mucho dinero de pérdidas. Va a ser duro aguantar todo el año”, señala Joyera. Ella recurrió al “préstamo ICO” y con eso “hemos tirado”, afirma. “Luego, cuando pudimos abrir, se empezó a trabajar bien y hemos podido sobrevivir y no hemos tenido que pedir más ayudas”, agrega. El covid tendrá la última palabra.