Han cambiado las mangueras y cascos por buzos de protección y nebulizadores. Los bomberos de la Diputación realizan estos días labores de desinfección de las residencias de Bizkaia. Desde que comenzaron con estos trabajos, el pasado 23 de marzo, han completado ya todos los centros de mayores -a falta de algunos de Bilbao, de los que se encarga el servicio municipal de la capital vizcaina-, con una media de más de una veintena al día. “Al final, la labor y la sensación es muy parecida a la habitual; se trata de ayudar a gente que lo está pasando mal”, reconoce Patxi Berreteaga, jefe de la Sección de Prevención del servicio foral. El acusado descenso de las emergencias en Bizkaia, como consecuencia del confinamiento, permite que varios de los bomberos que están de guardia puedan realizar este trabajo, pero también hay varios profesionales que acuden cada día a las residencias de forma voluntaria en sus días libres.

Los bomberos de la Diputación comenzaron a realizar trabajos de desinfección en las residencias de mayores como un apoyo más para tratar de contener la propagación del coronavirus. La primera fue la del IFAS de Leioa y, desde entonces, han pasado ya por las 155 residencias de mayores del territorio, tanto públicos como privados, además de centros de discapacitados y de menores, que elevan el listado a casi 200. De hecho, han comenzado ya una segunda ronda por todos ellos y hay algunos centros a los que ya han acudido hasta en tres ocasiones. “La idea no es ir, desinfectar y ya está, sino poder mantener una periodicidad y acudir a ellas cada cierto tiempo”, señala Berreteaga.

Cada día participan en este dispositivo entre 15 y 18 personas, cinco o seis equipos de tres bomberos cada uno de los cuatro parques más grandes del territorio -Urioste, Artaza, Basauri e Iurreta-, junto a otros voluntarios. “Al haber descendido el número de intervenciones, podemos dedicar parte del personal que está de guardia a estas labores, siempre con la premisa de que puedan acudir a una emergencia en caso de que fuera necesario, algo que, de momento, no ha ocurrido. Esa es la razón también de que acudan solo de los parques grandes, para garantizar una dotación suficiente en los pequeños”, explica el jefe de Prevención. Cada día acuden a más de una veintena de residencias, en las que actúan sobre las zonas comunes -vestíbulos, pasillos, comedores...-, además de en los espacios exteriores. Dotados con equipos de protección, para evitar contaminaciones cruzadas, rocían las superficies con una solución de agua y lejía que nebulizan desde depósitos que cargan a su espalda. Siguen un procedimiento establecido de actuación, que incluye también, una vez antes y después del trabajo, su propia desinfección, rociándose con la solución que utilizan.

Aunque no mantienen contacto, por seguridad, con los residentes y el personal de las residencias, les llega su agradecimiento por esta labor. “El otro día nos mandaron un vídeo con un grupo de mayores cantando para darnos las gracias. Hay mucha gente que está asustada y esto les da cierta dosis de tranquilidad, se sienten protegidos”, relata Berreteaga. “Es otra forma de ayudar a quien lo necesita. Lo haces también por ti, porque es gratificante y muy reconfortante”, finaliza.