Marta Hernández
Getxo - Diego Jambrina ve el mundo a 50 mm. Lo observa así, ya sea desde Getxo, Croacia, Noruega, Cuba, Guatemala o Japón? El mundo, su cámara y él. "Siempre digo que soy fotógrafo viajero, pero no fotógrafo de viajes", advierte. Pero sí, sus dos pasiones habitualmente se dan la mano, se funden, comparten plano y asiento. Ahora, este vecino de Getxo da un paso más en su vida tras el objetivo y publica su primer libro de fotos: En otra parte.
Y no, no es una guía de destinos turísticos. No es un álbum de postales. No son solo instantes congelados de sus viajes, de hecho. En otra parte es eso: lo que se siente cuando no estás aquí. Este proyecto habla de la soledad. "Lo que se puede encontrar en el libro, sobre todo, es una emoción, que es lo que he querido transmitir: la soledad. Es un sentimiento que yo he tenido durante muchos años y, a medida que iba fotografiando, me iba dando cuenta de ello. Yo hacía fotografía sin ningún criterio, sin tener una idea en la cabeza y cuando luego juntaba las fotos me daba cuenta de que había algo en común y era un sentimiento de soledad, de no encontrarme en el mundo. De ahí el título de En otra parte. Viajo mucho, y no lo hago solo, pero a veces no me encontraba ni en el lugar en el que estaba, ni en el sitio del que soy? Era una sensación un poco extraña. Y así surgió la idea del fotolibro", se sincera Diego. Por ello, en esta publicación, "hay fotos de muchas partes del mundo, pero no son fácilmente reconocibles", porque Diego "no quería transmitir un lugar, sino un sentimiento". De todas esas vueltas por el globo -"mi mujer y yo, por lo menos, nos hacemos dos viajes al año y uno de ellos, gordito", desvela-, este getxotarra se queda con Noruega. "Fuimos en moto hasta Cabo Norte. Ida y vuelta eran 11.000 kilómetros. Fue un viaje físicamente muy duro", evoca.
Esos momentos de pérdida de Diego quedaron ya atrás. Y el fotolibro le ayudó en esa búsqueda de encontrar su lugar. "Me ha servido para poner un punto y final a una etapa de mi vida. Es una parte más de todo un proceso, no es que solo el libro haya bastado; no ha sido la fórmula mágica para salir de esa situación, pero sí me ha servido como una herramienta más para salir de ese estado de ánimo", reconoce este vecino de Algorta, creativo publicitario y de vocación tardía hacia la fotografía. "Siempre me ha gustado bastante, pero no he conocido la fotografía hasta hace bien poquito, hasta 2014, con la apertura del centro de fotografía contemporánea de Bilbao. Hice un curso allí y me educaron. Porque aunque hagas fotos, no tienes una cultura fotográfica. En ese centro me hicieron ver que la fotografía no es solo una cámara, sino una mirada", describe.
Diego es fiel a las cámaras. Él no mira por el móvil. "Para mí, eso es distinto; no es lo mismo a la hora de controlar la luz, hacer desenfoques? Yo me encuentro muy a gusto con la cámara. También, en parte, porque me la llevo a la cara para hacer la foto, me la tapa y el anonimato me sirve para ciertos momentos", reflexiona este artista que ha participado en las dos últimas ediciones de Getxophoto. "He tenido la suerte de que me han seleccionado en las participaciones populares. La primera vez hicieron una exposición en el aula de cultura y quedó más relegado todo, pero en la última edición colocaron las fotos en los comercios, como se hacía otros años, y quedó mejor. Fue muy ilusionante", destaca este hombre que entiende sus creaciones como "pasatiempos, juegos de niño grande, recuerdos de viaje, instantes con sabor a lúpulo y olor a gasolina".