BILBAO - Los vizcainos madrugaron ayer para acercarse a los arenales y tomar el primer baño de sol y mar que estrena la temporada. Aún así la mayoría no pudieron esquivar las caravanas. Los parkings de algunas playas estaban completos para las 10.30 horas. Solo los que utilizaron el transporte público pudieron llegar sin contratiempos. Tal y como estaba previsto las temperaturas rondaron los 30 grados. La jornada transcurrió calentita pero sin sobresaltos.

A las 10.30 de la mañana el parking de la playa Atxabiribil de Sopela con una oferta de 100 plazas estaba completo. Coincidiendo con la inauguración de la temporada de baños también se ponía en marcha la OTA en los aparcamientos de los principales arenales vizcainos. Los asiduos de otros años ya saben lo caro que está encontrar un lugar para aparcar así que la única manera de asegurarse empezar bien el día es madrugar. Muchos coincidieron en este planteamiento así que para las 11.00 horas ya se sentía el tráfico denso en dirección a arenales muy concurridos de Uribe Kosta, como Ereaga, Plentzia y Gorliz. Para entrar en Sopela y llegar a Arrietara o Atxabiribil a esa hora la cola llegaba ya hasta la doble vía.

Según confirmaba uno de los empleados de la OTA en Atxabiribil, “hoy es primer día de OTA y media hora después de que se iniciara el pago ya esta completo”. El coste son seis euros de 10 de la mañana a 20 horas pero la gente no suele poner pegas, según dijo. “De lo que realmente se quejan es de que hay pocas plazas pero también se puede utilizar el transporte público porque hay un autobús del metro hasta la playa”.

Es una opción pero para las familias con niños, sillas, comidas... “es una auténtica pesadilla, lo que tienen que hacer es habilitar más zonas para aparcar”, señalaba Rosa que llegaba cargada con sus dos niños mientras su marido buscaba aparcamiento por los alrededores.

Y es que miles de vizcainos aprovecharon ayer el día. “El tiempo aquí es traicionero así que mejor no dejar pasar la oportunidad que pasamos del plumifero al traje de baño en cuestión de horas”, argumentaron Jon e Ikerne.

Las playas ya están adecuadas y los socorristas acaban de recibir el material, según dijeron. Este año además hay nuevas señales entre las que se encuentra una bandera que informará cuando el agua sea de mala calidad. Hasta ahora solo indicaba si se podía bañar o no por la peligrosidad.

En Atxabiribil, uno de los arenales más concurridos y también más grandes de Bizkaia, ayer ondeaba bandera roja así que los socorristas tenían acotadas aquellas zonas en las que estaba permitido el baño con sus correspondientes banderas.

Las temperaturas suavizadas por la brisa resultaban agradables muy diferente a lo que se vivió en el interior. A las 16.00 horas de la tarde el termómetro de la Gran Vía marcaba 41 grados, 38 el del Sagrado Corazón y 36 el de San Mamés. Aunque son valores relativos puesto están expuestos al calor directo lo cierto es que en la ciudad ni los gatos estaban al sol.

Los cielos estuvieron despejados durante toda la jornada y el ambiente fue bochornoso. Ya a la tarde entró algo de brisa que sirvió de alivio después del calor del día.

Aún así, la jornada transcurrió con tranquilidad.

Para hoy, sin embargo, se espera menos calor. Las temperaturas seguirán siendo altas pero el viento vendrá del oeste y del noroeste y está previsto que se concentren algunas nubes que suavicen el ambiente. Así, las máximas se quedarán en los 24 grados, seis menos que hoy.

La temporada ya ha arrancado y se prolongará hasta el 30 de septiembre en los 23 arenales de Bizkaia. El pasado año 3,5 millones de personas visitaron las playas y eso a pesar de que cuando hace un año se abrió la temporada en lugar de sombrilla hubo que llevar chubasquero.

Desde ayer 154 socorristas y 30 hondartzainas a los que se suman otros 20 coordinadores velan para que el verano transcurra sin incidentes desagradables. A ello contribuirán también nuevos vehículos eléctricos que permitirán acercarse a las zonas requeridas para salvamento en un tiempo más corto. Todo sea por un verano calentito y sin sorpresas desagradables.