Barakaldo - El 31 de marzo de 1991 estallaba la guerra entre Croacia y Serbia que finalizó con la independencia croata y la continuación de la disolución de Yugoslavia. Cuando se inició el conflicto bélico, Gaueko Sádaba tenía solo 3 años, una edad demasiado corta para comprender aquello que ocurría a 2.000 kilómetros de su hogar. Uno de los puntos más calientes de esta contienda que se saldó con decenas de miles de muertos y centenares de miles de desplazados fue la ciudad croata de Vukovar, una localidad de 25.000 habitantes que fue bombardeada repetidas veces durante la guerra por las fuerzas serbias, responsables, entre otros actos de una masacre que acabó con la vida de 200 personas.
Hasta allí llegó Gaueko en 2016 con el propósito de colaborar con una ONG croata que trabaja por tender los puentes entre serbios y croatas que el terror de la guerra rompió. “Hay bares para croatas y bares para serbios, los niños van a los mismos colegios pero en distintos turnos... Hay muchas heridas abiertas aún”, asegura este joven de 30 años que se declara un enamorado de los viajes, de conocer mundo. Durante los siete meses que estuvo en esta ciudad que acoge al mayor puerto de Croacia, Gaueko pudo hablar con muchísima gente, conocer la idiosincrasia y el carácter tanto de croatas como serbios y todos esos testimonios se recogen en el libro Rakija, Tabaco y Burek. “Siempre me ha gustado escribir, he ido a talleres de escritura... Y cuando inicié la experiencia en Croacia comencé a escribir un blog y luego ya pensé que podía recopilar todos los testimonios en un libro”, reconoce este joven. Esta obra, que se podrá adquirir en la librería Cámara de Bilbao, la librería Minerva y en la web de Multiverso, editorial que apostó por el libro, no busca ser una publicación histórica, sino que quiere acercar, dar a conocer la visión más humana de serbios y croatas, pueblos que comparten tantas cosas como las que les separan. “Tanto serbios como croatas son gente amigable a la que le encanta enseñar su cultura”, apunta Gaueko, quien tardó, aproximadamente un año en escribir este libro.
A la hora de dar forma, de unir todas las historias que fue escuchando entre los habitantes de Vukovar, lo más complicado fue establecer el hilo conductor entre todas las historias. En la obra, también aparece el personaje de Gudiker, el alter ego de Gaueko, quien ejerce de narrador de la historia aportando, también sus propias vivencias.
torre del agua Uno de los símbolos de la resistencia croata y el posterior triunfo es la Torre del Agua de Vukovar. Fue atacada hasta 600 veces durante el asedio de 87 días que resistió esta ciudad en la que confluyen los ríos Vuka y Danubio. Como no podía ser de otra forma, la torre es la portada de este libro. “La foto la hizo mi hermano, y me gustó. Dice la leyenda que dos jóvenes iban cada noche a la torre a colgar la bandera croata durante la guerra”, narra Gaueko, quien sigue en contacto con personas de Vukovar. “Tengo pendiente volver a visitar Croacia y Serbia”, finaliza el narrador de las cicatrices y heridas que aún, dos décadas después, persisten entre croatas y serbios.