ERA el imposible. Un Everest de principios del siglo XX, cuando su conquista era una sueño inalcanzable; el gol por la escuadra tras cinco regates, el triple del último segundo, el viaje al centro de la tierra cuando uno ya se había quedado sin fronteras. Era el 10. Lo insólito e inaudito. Un fruto prohibido. Y sin embargo él, Jon Baraia-Etxaburu, llegó a la cita con el nervio templado y el rictus contenido, como si tal. Él, digo. El hombre que podía presumir de un 10, cifra redonda, en el expediente del Máster Universitario en Ingeniería Industrial (2). Cualquier gesta de ese calado, más allá del mundo académico y el pueblo le hubiese sacado a hombros.

La escena se reprodujo en la sala de conferencias de la Escuela de Ingeniería de Bilbao, un cráter de volcán humeante para el clan universitario, una pared vertical para quien hinca los codos. Todo sucedió en un entorno concreto: la concesión de los Premios Idom a los mejores expedientes de la Escuela de Ingeniería de Bilbao que reconocieron a 34 estudiantes, uno por cabeza de cada curso y titulación. Las actas dan fe de que seis estudiantes han repetido galardón este año y que la presencia de la mujer, en una titulación masculina según la costumbre, es creciente. Iraia Méndez, con un expediente fabuloso, 9,96 de nota media, y Blanca Atxa, con un 9,28, eran dos ejemplos bien visibles de lo que les cuento. Destaca también el alumno Borja Hernando, en Tercer Curso del Grado en Ingeniería en Tecnología Industrial, con un 9,14 de media y que ha conseguido ser el mejor en su curso año tras año desde que comenzó sus estudios en la Escuela, tres años consecutivos. Hernando, además, forma parte del equipo de Formula Student de la Escuela al que dedica numerosas horas de estudio y trabajo fuera de su actividad académica. En fin, que fuimos testigos, los presentes, de una fenómeno paranormal: la aparición de expedientes sobrenaturales.

Además de los ya citados, propietarios de esas rarezas, de esas maravillas eran Nagore Romero, Ibon López Barrios, Borja B. Pérez, Ander González, Lander Temiñi, Aitor Ezquerra, Yolanda Garralaga, María Ruiz, María Martínez, Martín Moreno, Olatz Lejarza, Iban Orbegozo, Eva Solís, Andoni Díaz de Cerio, Aimar Alonso, Julen Arizaga, Urtzi Puente, Paula de Jaime, Aitor Gutiérrez, Julen Puente, Egoitz Urtaran, Patrik Guisasola, Ane Aizpurua, Ada García, Joseba Hidalgo, Alexander Díaz, Alejandro Melchor Ibon López Barrios, y Garazi Erezkano, aplaudidos cum laude en la tarde junto a los ausentes Iker Valdelvira, Leire Benito del Valle y Aitor Martín.

Digamos que la Escuela de Ingeniería de Bilbao homenajeó así a lo más granado de su alumnado este año. El presidente de Idom, Luis Rodríguez Llopis; el presidente de la Fundación Escuela de Ingenieros de Bilbao, Fernando Querejeta; el director de la Escuela, Enrique Amezua, y la secretaria académica del centro, Carolina Rebollar, participaron en el reconocimiento al esfuerzo en un acto al que asistieron, además de los estudiantes, sus familias, amigos, profesores y representantes de sus centros de formación de Bachillerato. En ese maremágnum de nombres propios estuvieron presentes Jokin Gorozika, Inés Pellón, Itziar Martija, José Ignacio Uriarte, Itziar Arandiz, Susana Uriarte, Charles Pinto, Asun Illarramendi, María Higuero, Gilen Bernaola, María José Hernández, Pedro Gutiérrez, Estrella Aranguren, Ander Guisasola, Elena Zudaire, María Jesús Etxebarria, Itziar Villamandos y así toda una sucesión de nombres propios, entre admirados y orgullosos, que acompañaron a ese alumnado resplandeciente que demuestran, en su día a día, que lo extraordinario no es solo la exigencia de una Escuela que tiene fama de mucha barba. Que lo extraordinario es también su forma de afrontar el reto.