EL auditorio del Museo Guggenheim de Bilbao se llenó ayer tarde para celebrar los cincuenta años de la ONGD bilbaina Anesvad. Concurrieron autoridades, personalidades y representantes de la sociedad local. En ese contexto brilló una mujer mayor, menuda, vestida de gris y blanco, con gafas que calzaba unas modestas sandalias planas negras. Era Julia Aguiar. Recibió el Premio Honorífico “por los 56 años que lleva dedicados a cuidar a las personas en situación de mayor vulnerabilidad”, como indicó la presidenta de Anesvad, Garbiñe Biurrun.

La hermana franciscana pronunció un discurso pausado en el que incluyó la palabra “gracias” más de una docena de veces. Su alocución se desarrolló en medio de un silencio intenso y poco habitual. Habló de cómo llego a Benín en 1973. Y el modo en el que, con pocos medios, terminó convirtiendo un dispensario en algo parecido a un hospital que ahora atiende a unas 10.000 personas anualmente. Se trataba de un lugar sin centros sanitarios en 170 kilómetros a la redonda.

“En ocasiones llegaban mujeres con dos o tres días de parto que habían sido transportadas a lo largo de cuarenta kilómetros en el portavalijas de una bici por pistas de tierra”, relató la misionera. En 1977 se encontró con una llaga desconocida en el cuerpo de una niña de 8 años. Era la úlcera de Buruli. “A veces basta con creer y querer para encontrar fuerzas donde parece que no quedan”, aseguró. Con esa máxima ha peleado contra la úlcera de Buruli durante medio siglo, hasta hallar eco en la Organización Mundial de la Salud o en universidades. Y ha conseguido que se desarrollen tratamientos. “Pero hoy en día seguimos empleando cuchillas de afeitar para tomar muestras de piel porque el material quirúrgico resulta muy caro. En Benín ahora hay personas con recursos que pueden acceder a la sanidad, aunque los pobres siguen como en 1973”, recalcó con serenidad Julia Aguiar.

Anesvad hizo entrega de otros tres reconocimientos durante el evento. La organización Afworo fue la merecedora del galardón Emprender por su proyecto de mejora a la atención a las víctimas de la mutilación genital femenina en Liberia. Su presidente, Guillermo Fernández, animó a dejar paso a “las investigadoras africanas porque están preparadas y tienen mucho que contar”.

El premio Innovación recayó en la entidad Ojos del Mundo, que trabaja en Mozambique para reducir los problemas oculares en las comunidades rurales. Nuria Ramón, directora general de la fundación, destacó que “en el mundo hay 36 millones de personas invidentes, el 90% en países empobrecidos, el 75% de los cuales son evitables o curables”.

El reconocimiento Perseverar correspondió a la asociación de profesionales de la salud materno-infantil Matres Mundi. Su presidente, Vicenç Cararach, aportó un dato estremecedor. “En Europa fallece en el parto una de cada 20.000 mujeres; en África, una de cada 200. Evitar esas muertes depende de acciones preventivas muy sencillas”, lamentó Cararach.

Tanto el lehendakari, Iñigo Urkullu, como el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, felicitaron a Anesvad por su labor solidaria desde 1968 y se mostraron orgullosos de su relación con Bilbao y Euskadi.

Asistieron al acto, entre otras personalidades, la presidenta de las Juntas Generales, Ana Otadui; el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra; la diputada foral de Bienestar Social, Teresa Laespada; el subdelegado del gobierno español, Vicente Reyes, y los concejales Kepa Odriozola, Iñigo Pombo, Itziar Urtasun, Yolanda Díez, Beatriz Marcos o Francisco Samir. Acudió la televisiva Ana Urrutia, así como Paul Ortega, Luis Padrón, José Mari Argoitia, Carlos Gurpegui, Ricardo Mendiguren, Laure Almairac, Jone Goirizelaia o Iñigo María de la Fuente, además de Pilar Hidalgo, Isra Cruz, así como Lourdes, Silvia y Edith Barrera.