DURANGO- Fieles a su cita, los durangarras Pedro Caballo, de 25 años, y Ander Gallastegi, de 18 años, acudirán hoy a la última jornada de las Zezenak Dira. Y es que a pesar de su juventud, llevan años participando en uno de los actos más tradicionales de los Sanfaustos de Durango. En el caso de Ander, con 3 años su aita le despertaba a las 5.00 horas para disfrutar desde las gradas mientras que Pedro, por motivos laborales, ya no puede acudir siempre que quiere como lo ha hecho desde niño. En la actualidad, ambos son recortadores y participan en concursos en numerosas plazas. La actividad les proporciona “una sensación de adrenalina única que no se puede explicar hasta que estás delante del animal”, definen sin poder encontrar calificativos para describir lo que sienten.

Y es que se declaran totalmente enganchados a este mundo, Ander no se ha perdido ninguna convocatoria de Zezenak Dira desde los 16 años. Para estar en condiciones y hacer frente a la exigencia de ponerse frente a las vaquillas, el joven se acuesta pronto la noche previa de cada jornada de sokamuturra. “Prefiero irme a casa y dejar la fiesta para estar preparado para las vaquillas”, reconoce con naturalidad.

En lo que a heridas de guerra se refiere, a Pedro, que acude a concursos de recortadores y anillas desde hace cuatro años, le precede un amplio currículum en este terreno. Lo atestiguan ocho puntos de sutura en la barbilla, cejas abiertas y un sinfín de golpes y caídas que le han permitido curtirse en su faceta de recortador. “Tras varias cogidas me llegué a plantear dejarlo por las consecuencias que puede traerte, pero te va enganchando y siempre quieres más”, confiesa con pasión. Con todo, es consciente de que “el trabajo es lo que te da comer y los toros no dejan de ser una afición”.

Ander también asegura haber sufrido varios percances delante del toro. Los más recientes la semana pasada en una de las Zezenak Dira con caída en Santa María y ese mismo día por la tarde también probó la arena en la plaza de toros de la villa. “A pesar de los sustos, siempre terminas volviendo porque nos apasiona”, admite.

Hablando de las Zezenak Dira, ambos coinciden en que se trata de un acto con mucho arraigo en la villa durangarra que se ha ido transmitiendo de generación en generación. Exigiendo siempre un respeto máximo al animal, explican que son cinco las vaquillas participantes, cada una pasa veinticinco minutos en la calle y “hay momentos en los que están cansadas y habría que dejarles recuperar”, defienden. Por otro lado, a los que acuden a las vaquillas sin dormir y viéndolo como un simple juego también les advierten de que “hay que tener conocimiento de lo que te puede hacer un animal de estas características porque la broma puede acabar en tragedia”.

respeto Ante la posibilidad de que se deje de celebrar las Zezenak Dira, ambos se muestran optimistas con respecto a su continuidad. “Por la afición, creemos que nunca se quitarán del programa”, dicen, convencidos. En este sentido, dejan claro que respetan a los que se han manifestado en la villa contra la celebración de las Zezenak Dira y “pedimos lo mismo para aquellos a los que nos gusta”, añaden. Y es que los jóvenes confiesan haber recibido insultos y amenazas por el mero hecho de ser recortadores. “Muchas veces al salir a la plaza nos faltan al respeto insultándonos y tenemos que oír cosas como: ojala te coja y te maten”, aseguró Pedro, indignado con este tipo de comentarios.

Con el respaldo de sus familias y reconociendo que “nuestras madres son las que peor lo pasan”, los durangarras remarcan la afición existente en la villa, ya que muchos jóvenes comparten su misma afición. “Cada vez hay más gente a la que le gusta y eso se nota. También son ya varios años con la plaza de toros en Durango y año tras año el público va a más y sobre todo la gente joven”, comentan en vísperas de la gran cita.