En primera fila del acto protocolario de firma del convenio de colaboración del bicentenario del nacimiento de Antonio de Trueba, parientes del escritor, cronista y archivero de Bizkaia no perdieron detalle de la presentación de los actos que ensalzarán su trayectoria con especial énfasis hasta 2019. “Se le conoce poco ahora para la relevancia que cobró en su época, por ello agradecemos las iniciativas del acuerdo”, contó Roberto Montalban Trueba, que se digirió a los presentes en representación de sus parientes.

Antonio de Trueba vino al mundo en el caserío de Montellano que ayer fue testigo de la, de momento, última instantánea familiar. “Hombre de extracción humilde hecho a sí mismo”, como le retrató el historiador Joseba Agirreazkuenaga, Trueba “empezó a trabajar a los 12 años como jornalero y cargando mineral”. Ocupaciones y edad habituales para la época. Al trasladarse a Madrid se empleó de día como dependiente en una tienda mientras por las noches leía un libro tras otro y comenzaba a colaborar en prensa. No olvidaba su tierra encartada. De hecho, “volvió en cuanto le surgió la ocasión” al ser nombrado en 1862 cronista y archivero por parte de las Juntas Generales de Bizkaia, cuando ya se había granjeado cierto prestigio como escritor.

Padre de una hija, Ascensión, los familiares que se dieron cita en la firma del protocolo descienden, sin embargo, de otra rama, la de un hermano del literato, “que era mi bisabuelo”, ubicó Roberto Montalban Trueba. Con el estallido de la Guerra Civil, muchos marcharon de Galdames y se diseminaron por municipios de Ezkerraldea y Enkarterri, como Barakaldo, Santurtzi y Güeñes. De las personas con el Trueba en su árbol genealógico que se saludaron ayer con afecto, tan solo Manuel Gómez Trueba sigue viviendo en Galdames, en el barrio de San Esteban. Los demás se acercan siempre que pueden para rendir homenaje a la saga y hablar sobre sus ancestros a las nuevas generaciones. “En nuestras respectivas casas siempre se ha tenido muy presente a Antonio de Trueba. Leemos sus libros, venimos a Montellano o llevamos a los hijos y nietos a ver su estatua en Jardines de Albia...”, indicaron Toni y Manuela Montalban Trueba y Mari Ángeles e Iñaki Oregi Trueba.

Comparten recuerdos en comidas familiares sobre todo por la parte de los Montalban Trueba. Acuden más de cien personas fruto de las historias de amor que unieron a los hermanos Manuel y José Montalban con las hermanas Carmen y Francisca Trueba, respectivamente. Cada matrimonio tuvo siete hijos. “Ambas familias residían puerta con puerta en unos pisos en Lutxana”, rememoraron.