BILBAO - El edificio del BBVA en la Plaza Circular, que durante años fue una importante sede financiera además del rascacielos más alto de Bilbao, cumplirá 50 años el próximo año y lo hará en pleno proceso de transición. No solo porque la actividad que espera a sus oficinas sigue siendo una incógnita, sino porque será sometido a un proceso integral de rehabilitación que le permitirá recuperar su aspecto original. Los arquitectos de Idom Gonzalo Carro y Fernando Garrido han realizado un trabajo casi de arqueología para conocer el proyecto original del edificio y asegurarse la reposición de los vidrios idénticos. De hecho, será un encargo a la carta para que los 10.000 metros cuadrados de las cuatro fachadas vuelvan a brillar. “Los materiales habían cumplido su periodo de vida”, señalan, lo que además garantizará la seguridad del edificio.

El cambio de la fachada antigua por la nueva se realizará de manera solapada. “Iremos montando las plantas según desmontamos”. indican. El proyecto de ejecución estará terminado en dos meses y a partir de ahí se adjudicarán los trabajos. Se calcula entre nueve y doce meses para mudar las cuatro fachadas del edificio el próximo año.

Fue en 2014 cuando Gonzalo Carro se reunió con Enrique Casanueva, uno de los tres arquitectos que construyeron el que entonces era el rascacielos que durante años marcó el skyline de la villa. Junto con Jaime Torres y José María Chapa, diseñaron un edificio vanguardista para la época y que ha sido un icono en la ciudad.

El reto es ilusionante además de un hito profesional para Carro y Garrido, a los que avala una prestigiosa carrera profesional. Entre otros méritos, el primero fue ganador en 2016 de uno de los galardones internacionales de arquitectura más reputados en los premios World Architecture Festival, mientras que el segundo fue nominado al premio Mies de arquitectura europea de 2017.

Ambos se enfrentan a un proceso complejo porque “por un lado nos ha costado conseguir una empresa que nos suministre vidrios similares a los originales, porque están descatalogados y, por otro, además queremos reutilizar las piezas de aluminio”. Para ello, enumerarán cada uno de estos elementos ubicados bajo los cristales para ser tratados de las posibles patologías que puedan haber adquirido a lo largo de los años. Todos ellos serán limpiados para que vuelvan a ser brillantes como en origen. Los vidrios, sin embargo, vendrán de encargo. Carro explica que “hemos tenido que recurrir a una empresa belga que tiene en Alemania un magnetrón de última generación que hace servicio de vidrios a la carta”. De hecho, este será el cuarto grupo de fachadas ejecutado con esta fórmula tras un encargo para un edificio de Estados Unidos. En el futuro se comprometen a reponer los que sean necesarios, algo que supone una garantía. Y es que el edificio del BBVA no es lo que parece. Lo saben bien estos dos arquitectos que a fuerza de indagar en sus orígenes incluso, y no sin dificultades, han podido tener acceso al proyecto inicial guardado en el Colegio de Arquitectos Vasco Navarro. “Los vidrios de color rosáceo son precisamente los originales”, apunta Carro.

Vidrio rosa La piel del rascacielos ronda los 10.000 metros cuadrados. De ellos, 4.000 son vidrios y el resto, las placas de aluminio que la complementan. “Estas piezas que con el paso del tiempo han perdido el brillo y ahora parecen piedras negras son las que trataremos una a una”, precisa Garrido. “Además, el edificio tiene una vibración muy interesante, fruto de la combinación de ambos materiales y de que están a diferentes niveles”.

Los trabajos respetarán escrupulosamente las características del edificio, que está protegido dentro del Plan General de Ordenación Urbana. Es por esto que desde Idom han adelantando trabajo solicitando las autorizaciones. Cada actualización de normativa supone ampliar criterios de seguridad estructural, ahorro de energía o seguridad. “Como es lógico, esta fachada con cincuenta años de antigüedad no cumple los parámetros requeridos hoy. Con la nueva fachada, devolvemos la esencia del proyecto original y aseguramos el cumplimiento del proyecto a la normativa vigente”. La Comisión de Patrimonio ya ha dado el visto bueno gracias, en parte, según destacan los arquitectos, a la aportación de Nerea Etxarri, representante del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro, en la mencionada comisión. “Ha sido fundamental para asegurar que seremos capaces de reproducir los vidrios originales”, agradecen sus colegas que querían desligar la retirada de la hilera de vidrios que se puede observar en la fachada principal. Esa intervención es para unas obras que se llevarán a cabo en el interior durante los próximos meses.