Bilbao - La actividad comercial de la capital vizcaina puede pulsarse de diferentes maneras. La apertura y el cierre de comercios es algo habitual, un proceso constante y visible en todas las calles. Los emprendedores abren sus tiendas y unos aciertan y tienen fortuna mientras que otros no consiguen cumplir sus objetivos de venta y se ven obligados a cesar la actividad. Pero hay otros negocios en Bilbao que tienen unas características especiales: los kioscos.

Bilbao cuenta con 37 puestos de venta de prensa repartidos por todos sus barrios, pero hoy en día ocho de ellos permanecen cerrados. Esto supone que sean casi el 22% los que actualmente no están abiertos de cara al público, un fenómeno cuya tendencia parece ir en aumento en el corto y medio plazo.

A la explotación de los kioscos se accede a través de una concesión que realiza el consistorio. El beneficiario tiene la obligación de, como contraprestación, pagar al Ayuntamiento de Bilbao una cuantía anual cercana a los 3.000 euros.

Pero, aunque el trámite pueda parecer sencillo, lo cierto es que hacerse con la concesión de Bilbao es muy complicado. Al reducido número de garitas disponibles, solo treinta y siete, hay que añadir el hecho de que raramente el Ayuntamiento abre la posibilidad de optar a esta forma de ganarse la vida. De hecho, las concesiones terminan con la edad de jubilación del responsable. Normalmente, los kioscos son tomados como negocios familiares. Un paseo rápido asomándose a los puestos abiertos hoy sirve para comprobar que sus responsables llevan periodos de tiempo larguísimos al frente. Una señora 51 años llevando uno de los kioscos cercanos a el Corte Inglés, 25 años otra mujer gestionando otro templete en la Gran Vía o los 30 años de otro emprendedor en un puesto del Ensanche. En todos estos casos, los cónyuges e hijos del beneficiario de la concesión colaboran en el funcionamiento del negocio.

En los últimos tiempos los vecinos de Bilbao han podido comprobar cómo ocho de estos puestos callejeros han cerrado sus mostradores. El descenso en las ventas de la prensa en formato papel por la aparición de las nuevas tecnologías es uno de los responsables claros de este declive. Esta menor venta de prensa los kiosqueros la suplen vendiendo un abanico amplio de productos en sus establecimientos: desde chocolatinas a tabaco pasando por chucherías, bebidas o flores. Pero hay más factores que han influido en esta crisis del sector. La mayoría de las personas que se hicieron con las licencias administrativas en su día, ya han llegado a la edad de la jubilación. En algunos casos algún miembro de la familia ha podido continuar con el negocio, pero no ocurre eso en todos los kioscos y en la transmisión del negocio. La vida del kiosquero no parece muy atractiva para las nuevas generaciones.

En primer lugar, es un negocio que comienza su actividad muy temprano, debe estar abierto desde las seis de la mañana hasta las ocho de la tarde y también puede resultar poco atractivo para los jóvenes estar tantas horas en el mismo habitáculo hora tras hora y día tras día.

Cada vez que se cierra un kiosco en Bilbao, es el Ayuntamiento quien analiza si merece la pena continuar con este establecimiento abierto, ya que debe valorar si su actividad compensa su ocupación de espacio público. Desde el consistorio, hoy por hoy, apuestan por mantener únicamente los kioscos que están funcionando y optar por no reabrir los cerrados puesto que “no es un servicio básico”.