SOLO les faltaba una botella de ron en una mano (mal asunto, porque lo suyo era cerveza...), una pata de palo y un loro al hombro para que la izada del bar bandera, celebrada durante la media tarde de ayer en la quinta planta del Teatro Campos Elíseos, luciese como una de esas conquistas de islas vírgenes de las que presumían los filibusteros del siglo XVII. ¿Un bar bandera, se preguntarán ustedes? Sí. Es la forma en la que puede denominarse el Taproom La Salve inaugurado ayer de la mano de la empresa cervecera La Salve y el grupo Iruña en un emplazamiento singular que les ha costado tres años encontrar a Eduardo Saiz Lekue y Jon Ruiz, los dos socios impulsores del rescate de la mítica cerveza La Salve. Agarrados el brazo del grupo Iruña, con Gaizka Aseguinolaza e Ignacio Cano en la partida de caza, han dado en el centro de la diana: un local enclavado en un lugar emblemático. Al compás de la cerveza.
La idea del Taproom, digo, es pionera en Bilbao pero celebrada en otras grandes capitales. Guinness lo posee en Dublín y Mikkeller, en Copenhague; Paulaner, en Múnich; Asahi, en Tokio; Moritz, en Barcelona; Tsintao, en Pekín, y Leffe, en Bruselas. Cada marca de referencia en cada una de esas ciudades con su local a cuestas. La Salve reinará en los grifos y en el ejército de botellines pero habrá también cervezas locales invitadas como Boga Garagardoa (Mungia), Tito Blas (Gorliz) o Basqueland Brewing Project (Hernani). Cada mes cambiará la cerveza invitada, honor que recayó ayer en Founders (Michigan, EE.UU.), premiada con el galardón en la pasada edición del Barcelona Beer Challenge.
Solo se servirá cerveza -y agua para los abstemios... - en un local ingenioso. Les hablo de las bebidas, claro está. Porque el chef Julio Garmendia ha diseñado una carta que quita el hipo. Desde el picoteo puro y duro con un surtido de croquetas Lautxo (ibéricas, de setas y de foie), una degustacion de txistorra Barriola, fish & chips con salsa picante y un trío de salchichas, hasta ensaladas y verduras, pasando por tortas alsacianas (de txistorra, ibéricas, del mar, vegetarianas y de quesos; todas ellas asombraron ayer a los presentes...) y tres poke bowl, uno de atún, otro de salmón y otro vegano; bacalao en cuatro de sus variantes -salvaje, al pilpil, al club Ranero y la vizcaina-; carnes como el codillo con puré de patata y cebolla caramelizada, la hamburguesa La Salve, una costilla asada a baja temperatura con salsa de miel y cerveza o el pollo picantón con su guarnición y un surtido muy variado de postres donde destaca, como no podía ser de otra manera, el helado de cerveza La Salve.
Visto todo esto, la tarde de ayer fue todo un espectáculo en cinemascope, si se me permite el arcaísmo. A la izada acudieron, entre otros, Peli Manterola, Leire Barañano, Iker Esturo, Mariana Garbisu, Ramón Escalante, Igor Mombiela, Iker Merchán, Luis Eguiluz, Carmen Carrón, Beatriz Marcos; Roberto Manso, Pere Altimir y Jordi Nadal en nombre de la distribuidora Zubillaga, Gorka Mostajo, Irene Urkijo y Guillermo Royo entre otros invitados a una conquista que, como ocurre en las grandes ocasiones, fue in crescendo.
Por ese universo se movieron, entre otros, Arturo Trueba, más entusiasta con el arrebato político de los últimos días que con la final de la Champion’s League: Eduardo Bizkarra, integrante del Gremio de pastelería de Bizkaia, acompañado por Rodolfo y Kerman Bizkarra; Beatriz Sáez, Jesús López, Violeta Costa, Ana Ruiz, Eneko Izquierdo, Naia Razquin, Adriana Uribesalgo, Joseba Urrutikoetxea, Elena Martínez, Idoia Jauregi, Virginia López Benedicte, Cristina Martín, Ainhoa Palacios, Jon Ander Uribe, Andoni Salazar y un buen número que subió hasta los cielos del Teatro Campos Elíseos para encontrarse con un entremés digno de los grandes maestros del siglo de oro de la dramaturgia.