Bilbao - Vivir al lado de la autopista A-8 es cada vez más llevadero. La Diputación de Bizkaia y su sociedad viaria Interbiak han culminado prácticamente la colocación de paneles acústicos en el trazado de la vía rápida que pasa colindante a zonas urbanas como Bilbao, Barakaldo, Iurreta, Berriz o Ugao-Miraballes. En total, según los datos aportados por el departamento de Desarrollo Económico y Territorial, las distintas actuaciones efectuadas en la última década suman más de 16 kilómetros lineales de protecciones acústicas.
La política foral por minimizar la contaminación sonora de los hogares que se asoman a la autopista se ha basado en dos líneas de trabajo. Por un lado, cada vez que se ha acometido alguna obra de mejora que ha supuesto ocupación de la vía se ha aprovechado para instalar barreras sónicas. Por otro lado, desde el año 2000 se han desarrollado dos programas exprofeso para atajar este problema que tantas horas de sueño y tranquilidad resta a los vecinos afectados. En el primero de estos planes, el ejecutado en el quinquenio que va de 2008 a 2013, fue cuando más actuaciones se desarrollaron en las zonas más sensibles y con mayor densidad de población, en concreto, en Bilbao y Barakaldo.
Con todos estos proyectos se han cubierto prácticamente los 8,5 kilómetros de distancia existentes entre el enlace de Miribilla, en la capital vizcaina, y la recta de Ugarte, el tramo más densamente poblado que atraviesa la A-8. Es en esta última zona de Barakaldo donde más visible es el encajonamiento del tráfico para evitar su impacto sonoro en los rascacielos colindantes. Entre 2010 y 2012 se blindó todo el tramo en ambos sentidos con más de 2.600 metros de paneles metálicos que subían hasta los cinco metros de altura. El barrio de Zorrotza, la zona de Cruces, San Adrián o Rekalde son otros puntos donde se ha actuado con el mismo objetivo silenciador.
La última intervención en este recorrido se finalizó hace poco más de dos años cuando se colocaron 173 metros de pantallas acústicas metálicas, de cuatro metros de alto, y un muro natural para que enraícen plantas, de algo más de 400 metros de largo, a la altura de la vieja salida de la autopista hacia la avenida Sabino Arana. En esta obra también se tendieron otros 416 metros de paneles de dos metros de alto en forma de mediana en dirección hacia Donostia.
Pero no solo se ha intervenido en las zonas más pobladas. El criterio que se ha tomado es levantar un parapeto delante de todas las viviendas que se asomen a la vía rápida y registren un exceso de decibelios originado por el tráfico. Por ello, según los datos forales, se han intervenido en 53 puntos diferentes del trazado tanto en sus tramos gratuitos, entre la frontera con Cantabria y Galdakao, como en el recorrido con peaje hasta la muga con Gipuzkoa.
El intenso impacto de la columna vertebral viaria que atraviesa el territorio también se ha rebajado en otros municipios ribereños como Amorebieta, Iurreta, Abadiño o Berriz.
En el primer plan se blindaron 7.383 metros de viales tanto en la A-8 como en otras carreteras con un coste que superó los once millones de euros. En el segundo, actualmente en marcha y operativo hasta 2019, se ha trabajado en 1.742 metros lineales gastándose hasta la fecha algo más de dos millones de euros.
En nuevas carretera, de base Pero además todas las nuevas infraestructuras que se han construido desde finales del siglo pasado ya contemplan de base la minimizacióm de su contaminación sonora. Los últimos ejemplos son la autovía entre Gerediaga y Elorrio, abierta en 2016, o la Variante Sur Metropolitana que a pesar de discurrir casi en todo su itinerario por túneles recoge algo más de dos kilómetros de paneles de metacrilato transparente que principalmente evitan que el ruido del tráfico a su paso por los viaductos no se desparrame hacia el entorno cercano. Diversos tramos del corredor del Txorierri y del Kadagua, así mismo, también fueron aislados dentro del primer plan de acción, al igual que los puentes de Rontegi y Kukularra.
Además de los grandes corredores, la política foral no se ha olvidado de otras vías con menos circulación pero que presentan puntos con excesivos decibelios. Ortuella, Bermeo, Durango, Sondika o Erandio son localidades donde se ha actuado en diferentes carreteras que transcurren por sus términos municipales.
Los parapetos sonoros instalados además son de diferentes materiales y alturas. Las carreteras aisladas presentan barreras metálicas y transparentes, otras que son literalmente muros vegetales que por su composición de tierra y grosor permite que plantas trepadoras se empoderen del obstáculo. También hay vallas de madera, un material este último que se está colocando masivamente en los proyectos más nuevos, como la nueva carretera construida para acceder a los túneles que evitarán el alto de Autzagane. Todos los baserris y chalés ubicados en sus márgenes han sido blindados con este material a alturas que alcanzan los cinco metros.
Esta distancia del suelo es la más habitual en la variedad de paneles antirruidos instalados, pero en algunos puntos no es suficiente. Sí es cierto que la barrera beneficia a los pisos inferiores pero en el caso de un edificio de varias plantas como los que, por ejemplo, flanquean la autopista en Retuerto o en el barrio bilbaino de Rekalde, los vecinos de las plantas superiores siguen oyendo el tráfico sobre todo en horas nocturnas.
Por ello, el departamento que dirige Imanol Pradales, ha destinado en los presupuestos de este año una partida para buscar soluciones viables para estos puntos negros sonoros. En la presentación de las cuentas de su área, el diputado foral aseguró que se van a analizar diversas alternativas y puso como ejemplo la opción de subvencionar con ayudas económicas el cambio de las ventanas de las viviendas donde los niveles sonoros son más elevados al no ser obstaculizados por las barreras tradicionales.