HUBO sombreros de copa y panamás; gorros de aviador repujados en cuero y tocados de plumas de las tribus sioux; pamelas y txapelas, bicornios, chisteras y sombreros vaqueros; hubo baile y mucha alegría, brindis por todo lo alto y la esperanza de que la fiesta de los sombreros locos que se celebró ayer en Ocean Drive, el dance club a la bilbaina que coge el nombre de la calle más célebre del South Beach Miami. José María Toquero, el hombre que lo regenta, miraba a izquierda y derecha y no veía más que fiesta, a hombres y mujeres que a la intempestiva hora de las doce y media del mediodía se dejaban llevar por ese arrebato propio del Carnaval. Ahora les cuento por qué.
Veintiséis años después de su creación, la fiesta de los sombreros locos sirvió como banderazo de salida de una nueva edición del Barnaval, el XXVI concurso de disfraces y ambientación de locales y comercios de Bilbao que tiene Bilbao en carnavales con el multicolor de los disfraces. Con Arturo Trueba y Gontzal Azkoitia como sumos sacerdotes de un certamen consolidado en el calendario de la ruta de las diversiones, todo fluyó entre bromas, aunque fuese de veras. En la fiesta, presentada por Nekane Ramírez, espíritu santo laico de La Ría del Ocio, el histriónico Kepa de la Fuente y la soprano Mercedes de Miguel (cantó el brindis de La Traviata, acompañada por muchos de los invitados que cantuvieron por lo bajinis, y un aria de Carmen...), la ceremonia contó con la paleta de colores del pintor caribeño de Miami, Máximo Caminero y una presencia variopinta de invitados con un rasgo en común: la inmensa mayoría estaba de tocada del ala.
No fue un encuentro sin ton ni son sino que tuvo su aquel. Así, se homenajeó a Paqui Moreno, del bar Tobarisch de Deusto, con la concesión del antifaz de plata y al dj Julen Arredondo, Mr. Kul Mr. Kulpara el mundo de la noche y el espectáculo, con el premio Colorines. En sintonía con esta distinción, Julen acudió vestido de negro catafalco y tocado por un sombrero de la Confederación, los ejércitos del sur que perdieron la guerra civil norteamericana, dicho sea para aviso de los más despistados. Fueron los dos elegidos de una mañana repleta de diversiones. Ya se acerca el tiempo de la risa, el mejor antídoto para la gente que sufre y la vitamina que relanza a los afortunados. Nada hay más poderoso.
Descrito el paisaje multicolor, propio de un cuadro de Van Gogh en primavera, habrá que hacer las presentaciones de los presentes, además de los ya citados. Así, no faltaron a la cita Itziar Urtasun, Beatriz Marcos, Alvaro Díaz de Lezana, tocado por un sombrero de aviador al viejo estilo; Galder Antón y Javi Ruiz, que recreaban una de indios y vaqueros al llegar juntos, el primero con un sombrero de cowboy y el segundo con un penacho de sioux; el txistulari Mikel Bilbao, que jamás se vio en otra como ésta, tocando el atávico instrumento (de soplar, se entiende...) en un templo del dance, Sofía Castaños, Enrique Bosque, Ibon Areso, el histórico Txupi Sanz, Eduardo Gaviña, más conocido en el showbussiness como Yogurinha Borova, Aintzane Hernández, Ana Trueba, Eugenio Behal, Juan Carlos Puente, Iker Urkidi; el presidente de la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo, Unai Aizpuru, Julia Diéguez, presidenta de Deusto Bizirik, Delia Rodríguez-Yufera, Isabel Guinea, de Uriona Txakolina, Marino Montero, Elena Marsal, Esther Isabel, Xabier Zaldumbide, Iranzu Arginzoniz, del Jai Alai, Marcelino Gorbeña, el txakolinero Roberto Ibarretxe, entre otra mucha gente chiripitifláutica.
Se anunció en la fiesta que durante el viernes, 9 de febrero, y el 10, sábado, el jurado del Barnaval desfilará por la hostelería y el comercio que participe en un certamen que se ha convertido en una de las contraseñas más chirenes de este Bilbao en fiestas.