Afinales de los años 80 del pasado siglo, en 1988 para más señas, el inmunólogo francés Jacques Benveniste, generó una gran controversia internacional, cuando publicó un artículo en la prestigiosa revista científica Nature, en el que se deducía una supuesta propiedad del agua, no demostrada aún hoy, según la cual las moléculas del agua almacenan las propiedades curativas de un compuesto homeopático. Aquella presentación fue bautizada como la memoria del agua, expresión que se ha utilizado, con el discurrir del tiempo, para explicar la tendencia de los ríos a volver a su cauce natural y hasta por los mismísimos poetas en sus versos. No es una idea loca cualquiera. No en vano, Luc Montagnier, premio Nobel de Medicina por el descubrimiento del virus de inmunodeficiencia humana, dejó sorprendidos a muchos científicos cuando dijo que había descubierto que el agua tiene memoria, y que se mantiene incluso después de muchas diluciones. La ciencia aún sigue en el debate.

La memoria que hoy traigo hasta ustedes es otra. La ha despertado José Miguel Eizaguirre, autor del libro Consorcio de Aguas del Gran Bilbao. Memorias de 40 años de gestion, que ayer se presentó en el hotel Carlton de la mano del presidente del Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia (CABB), Ricardo Barkala, y del presidente de Bilbao Metropoli-30, José Antonio Garrido, así como del propio protagonista, José Miguel Eizaguirre, a quien los presentes llamaban de don, tal era su ascendecia. No en vano, fue el primer director gerente del Consorcio de Aguas. Por ello narra su experiencia en primera persona y documenta la obra con abundante material fotográfico y archivos de la época, cuatro décadas, entre 1960 y 2000, que fueron clave para configurar el sistema general de abastecimiento y para sentar las bases del saneamiento actual de Bizkaia.

Fue una puesta de largo muy sentida en la que el propio Ricardo recordó, entre bromas, el origen guipuzcoano de José Miguel, y una de las cararacterísticas mayúsculas para los dirigentes buenos: tomar decisiones “con visión de largo plazo, arriesgadas, costosas, complejas; difíciles, pero necesarias”. A la cita no faltaron Ibon Areso, exalcalde y expresidente del Consorcio; Roque Gistau, expresidente de la AEAS, la Asociación Española de Abastecimientos de Aguas y Saneamiento; Elena Unzueta, diputada foral de Sostenibilidad y Medio Natural; Pedro Barreiro, gerente de CABB; Alfonso Martínez Cearra; el director del Museo Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte; el director general de Editorial Iparraguirre, Javier Andrés, Juan Moreno Lombardero; el cónsul de Italia en Bilbao, Giorgio Baravalle, y la de Bélgica, Sylvie Lagneaux; Xabier Orue, Unai Lerma, Eduardo Elguézabal, Asier López Etxebarria, José Manuel Pereda, Roberto Urkiza, Janire Bijueska; los cuatro hijos de José Miguel, Begoña, José Miguel, Iñigo y Almudena Eizaguirre y mucha gente implicada en los cuidados del agua. Se oyó hablar de más de 4.000 kilómetros de tuberías de abastecimiento y otros 400 kilómetros de colectores.

El libro repasa a lo largo de más de 275 páginas el origen del Consorcio de Aguas, pone el foco en todas las personas que hicieron posible una auténtica revolución en las infraestructuras hidráulicas del territorio. El título primero se dedica a la génesis del Consorcio y los títulos segundo y tercero al abastecimiento de agua y saneamiento, respectivamente. Testigos de todo lo que les cuento fueron también Ainhoa Tirapu, Elena Nieto, Naia Postigo, Unai Molina, Ana Sánchez, el fotógrafo Santi Yániz, Javier Martínez, Miguel Gómez, Fernando Ortega, Txema Villanueva; el diputado de Medio Ambiente de Araba, Josean Galera; el alcalde de Sestao, Josu Bergara, Iñaki Anasagasti, María Esther Solabarrieta, Alex Bidetxea, Cristina Gortazar y decenas más.