Sopuerta reivindica la memoria del cómico ‘Chocolat’
La asociación Alén proyecta mañana una película sobre la vida del primer clown negro, quien llegó a la localidad como esclavo
Sopuerta - Mañana se cumplen cien años de la muerte del primer clown negro en triunfar en los escenarios. Su nombre se hizo imprescindible en la escena francesa de principios de siglo, pero pocos saben que vivió en Sopuerta. Para honrar su memoria y dar a conocer una vida apasionante que, por desgracia, no terminó con las sonrisas que llenaban sus números de circo, el mismo 4 de noviembre la asociación cultural Alén organiza la proyección a las 18.00 horas en la kultur etxea de la película Monsieur Chocolat, que narra su ascenso, fama y caída en el olvido. El actor Omar Sy, a quien lanzó al estrellato la película Intocable, se mete en la piel de Rafael Padilla. Sus padres fueron arrastrados desde África a América como esclavos y él, nacido en Cuba en 1868, sufrió la misma fatalidad cuando le embarcaron rumbo a Bizkaia. Su destino, la finca de la adinerada familia del Castaño, en Sopuerta. Sin saber que se rodaba una película sobre él, la asociación Alén incluyó en su revista un artículo sobre la familia Castaño firmado por César Estornes en el que había referencias a Rafael Padilla. Según relataba, esta saga de indianos invirtió parte de su fortuna en el municipio instalando, por ejemplo, la canalización de agua.
Cuando Rafael Padilla huyó de la mansión hasta se publicaron bandos para dar con él. Merodeó por los muelles de Bilbao hasta que se topó en una cafetería con el famoso clown Tony Grice, quien le contrató en su compañía y le propuso acompañarle a Londres. De las islas británicas saltaron al París de la Belle Epoque. Rafael Padilla se transformó en Chocolat, que abarrotaba auditorios formando pareja con otro clown llamado Footit. Se cuenta que en cierta ocasión reconoció entre el público a Nicolás del Castaño, hijo de quien le había traído a Sopuerta, y corrió a saludarle. Además, pronto comprendió los beneficios del humor también en los peores momentos. Por ello, visitó numerosos hospitales franceses para ofrecer a los enfermos una terapia a base de risas. Finalmente, y empobrecido, falleció en Burdeos el 4 de noviembre de 1917. - E. Castresana