Un aurresku con rotura de fibras
La rotura de fibras que sufrió el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, mientras ensayaba el lunes el tradicional baile, no le impidió brillar ayer ante la mirada de cientos de asistentes curiosos
TENGO una rotura de fibras desde ayer (por el lunes) y pensaba que hoy (por ayer) no podría bailar”, reconocía ayer Juan Mari Aburto. Lesionado, pero con ganas. Con muchas ganas de que no se pierda la reciente tradición de alcaldes dantzaris impuesta a finales del siglo pasado.
Ni el miedo, ni tampoco la lesión impidió que el primer edil de la villa disfrutase de ese momento que significa tanto para él. “Nada es comparable con la emoción que siento al ser yo quien baila el aurresku; un baile de respeto a tu pueblo, al pueblo que quieres”, aseguró.
El público, que estaba alrededor de la explanada de la parte trasera de la basílica de Begoña, quiso inmortalizar con sus móviles la tradición que ni siquiera las lesiones físicas son capaces de romper. Por eso Aburto salió al ruedo. Emocionado y convencido. El alcalde, como cada año, pidió permiso al público para que fuese él el primero en bailar la pieza. “Quiero ser yo quien inicie el aurresku lleno de emoción, siguiendo una tradición. Hacerlo con respeto hacia mi pueblo, bailarle a mi pueblo en un momento tan especial y emotivo”, dijo con la voz temblorosa y emocionada.
Solo tuvo que respirar hondo. Se cogió de la experta mano danzante de Ramón Bañuelos -quien le acompañó en todo el baile- y los txistus comenzaron a sonar. Las emociones estaban a flor de piel. El público no perdió detalle, ni tampoco lo hizo su corporación municipal, el obispo Izeta y el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, sentados en la primera fila del corro.
Los allí presentes no perdieron en ningún momento la sonrisa y la mayoría de ellos siguió el ritmo con los pies. A medio baile, el público no pudo contener su emoción y el sonido de los aplausos casi silencian al de los tres txistularis que marcaban el ritmo del aurresku.
Tras ver esa respuesta del respetable, Aburto no pudo evitar sonreír tras sentir el apoyo que llenaba el ambiente cuando el ritmo de la música comenzó a ir cada vez más lento, señal de que la dantza concluía. Tras el saludo final, Aburto se dirigió a su silla pero antes de sentarse no pudo contenerse y un gesto de dolor acudió a su rostro al tocarse el gemelo derecho. “He intentado tener precaución pero al final me he roto”, admitió.
Progreso, pese a la lesión Sabía que no estaba del todo bien pero el público no se dio cuenta y todos se rindieron ante el arte desplegado. “Cada vez va mejorando más”, aseguraban varias señoras sentadas en el corro formado. De hecho, quien esperó más de una hora a ver el acto protagonizado por el alcalde fue María Emilia Cazorla Merodio, que lleva casi cincuenta años siendo testigo de esta tradición. “Es preciosa esta tradición, no me la pierdo por nada del mundo”, admite.
Ramón Bañuelos, el mentor del alcalde Aburto y con el que ha ensayado esta última semana, no dudó en calmarle durante todos los pasos y su satisfacción final fue evidente nada más terminar el aurresku. Aseguró tras el pase, y antes de que los profesionales del grupo Beti Jai Alai salieran al ruedo que el alcalde bailó “bastante bien”. “No es su espacio habitual porque no suele bailar y por eso quizá estaba tan nervioso”, consideró Bañuelos. Tras finalizar el baile del alcalde, los aplausos fueron los grandes protagonistas. Las sonrisas del público allí presente eran evidentes y comprensivas.